Mike Porcel, un recorrido por su obra
RAFAEL ZAMORA GARCÍA
Gracias a mi amigo Lúa, compañero de colegio, que al bajar al sótano de su casa me convidaba a descubrir la maravillosa música de esos años 70. Allí fueron mis primeros encuentros con King Crimson, Deep Purple, Jethro Tull, Led Zeppelín, Traffic, Blood Sweat & Tears, su contraparte británica If, The Nice, Edgar Winter y muchos otros.
Fue también este mismo amigo, hoy radicado en Tenerife, quién un día se apareció con un 45 rpm, de uso frecuente en las radios para tocar los éxitos del momento, que albergaba las frescas voces y canciones de unos jóvenes cantantes y compositores cubanos. Nos llamó muchísimo la atención el enfoque poético y musical que impregnaba las canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, más emparentado con los aires juveniles que lideraban los por aquel entonces Four Fab muchachos de Liverpool, que con los aires neo-folclóricos que emanaban del Cono Sur, de una fuerte carga política y poesía simple y cruda, o con el genio del catalán soñador de pelo largo, más emparentado con la tradición del cancionero francés que lo antecedía.
Aunque todavía hubieron de pasar varios años antes de que la Trova Cubana se institucionalizara, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés alcanzaron fama universal. Antes de ello, el acceso a dicha música era solo posible en los pequeños discos de vinilo mencionados o en los pocos Larga Duración (LPs) de obras colectivas que ya aparecían cuando comisiones culturales cubanas hacían presencia en nuestra Venezuela de aquella época, haciendo propaganda para el estado castrista, queriendo vender las bondades de su revolución, o también en las incursiones radiofónicas que dejaban permear sus ondas desde la Ciudad de La Habana. Y fue de esa manera, a la caza de esas llamativas canciones de fama incipiente, apenas despegando de la isla, que me encuentro con cinco canciones maravillosas, interpretadas magistralmente con una guitarra de aires barrocos bien marcados y una hermosa voz cargada de sensibilidad, que cantaba pletórica de poesía “Caminabas desnuda de todo contacto de piel y sereno, te alejabas de toda la espera… Alejandra, por qué de pronto te me muestras como un mito, por qué eres casi imperceptible, o casi, casi un espejismo”, y antes de que terminara la canción ya había actuado el hechizo.
Le continuó: “En la inquietud de mi jardín, tras el cristal, sobre la luz, en la aparente ingenuidad de un verso, allí donde el silencio cae junto a la vida, al viento, al sol, en cada rama, en toda la ciudad. En el lecho, en mi palabra, confundida palmo a palmo entre la muerte, en el grito de agonía de los astros, en el nido de un gorrión, en la más triste romanza y en la flor, Te busqué y descubrí, que no existías aún, que no existías, que no existías”
Y desde ese momento el artista, que aún no conocía y que continuó cantando a “Esa mujer que llega como una golondrina, doblándome la vida cualquier amanecer” o a una “Paloma sin nombre, de imagen helada, paloma con todo, paloma con nada”, ha permanecido a mi lado.
Después de esa sesión inolvidable, me di a la tarea acuciosa de acechar buscando la obra de Mike. Aunque nunca volví a escucharlo en la radio si me topé con el disco “Vuela Pena” de Amaury Pérez, quien interpreta magistralmente “Diario”, una de las canciones más bellas de Mike, y también “Amaury canta a José Martí” con poemas musicalizados por Mike, de entre los cuales “Abril” fue uno de los más hermosos hecho canción, y de paso fugaz en el repertorio de Milanés. Aparte de ello escuché de Mike su hermoso “Canto a una Primavera”, interpretado por Argelia Fragoso. Después, el silencio total y el olvido a que conllevan los ostracismos.
Con el paso de los años ese encanto inicial de la Trova se fue disipando con el cansancio poético y musical del que dieron muestra, y el desencanto de encontrar los hombres nuevos prometidos por la Revolución cubana, solo comprometidos con la permanencia en el poder de un hombre a costa de una sociedad reprimida, con un sistema de gobierno extremadamente ineficaz que ha marcado el fracaso de dicho sistema de gobierno, donde quienes disienten son traidores a la patria.
Varias veces me pregunté que había sido de Mike, pero antes del advenimiento de Internet era difícil contestar este tipo de interrogantes. Fue por medio de otro amigo, también de infancia, quien había estudiado Música en Ohio, con quien reposaban aquellas grabaciones de la radio, capturadas con muy pobre calidad, que pude saber de Mike y conocerlo, al menos virtualmente. Para ese entonces, año 2001 si bien recuerdo, me encontraba estudiando en la ciudad escocesa de Glasgow, y por medio del milagro del correo electrónico pude develar lo que había sido de Mike Porcel.
Han debido pasar más años todavía para conocer a Mike personalmente, y convencerlo y, de que nunca es tarde para que se conozca la obra de un gran artista. Es cierto que la palabra suerte se le ha mostrado esquiva y que las radios históricamente poco han ayudado a una verdadera valoración del arte, justificado en aras de un populismo amparado en la incultura y el facilismo. Pero no podemos bajar la cabeza ante las vicisitudes del mercado sino insistir con la propuesta genuina de un artista comprometido con su arte, dirigida a almas sensibles a lo poético y musical. Por ello seguí insistiendo a Mike casi cada día, literalmente, dar a conocer su obra, prácticamente inédita, de la manera que pudiese, y así también pagar su deuda a aquellos quienes tuvimos la suerte de ser cautivados con tan poco de ella. Así, no exento de egoísmo, al beneplácito de disfrutarla, ayudar a que a otros también les llegue su propuesta ha sido uno de mis sinos, un pequeño esfuerzo para reparar la grave injusticia que se ha cometido con uno de los mas grandes autores de la canción en nuestro idioma.
Comenzando con su Intactus, donde impactan su “Diario”, Esa mujer que llega”, Ay del amor”, Que no existías, para continuar en Personal con su preciosa Diálogo con un ave, Pajarillo que vienes del sur, Alejandra (la canción murió sin verte), Paloma sin nombre, luego Ecos, con “Campesina” y la “Fantasía sobre un zapateo”, entre sus canciones más memorables, hasta hace muy pocos días, cuando Mike nos convoca y ofrenda su cuarta entrega y Deja Vu.
Habiendo elegido muchas de sus canciones más emblemáticas como parte de sus primeros álbumes, Deja Vu se convierte en una sombra resplandeciente que emerge desde la oscuridad del alma y su dolor. Su cancionero permanece intactamente fiel a su arte, al arte de Mike Porcel. Sus concesiones (hay que tener presente que sus estudios de guitarra clásica lo acercaron a la música barroca) son más tributo a esos aires de cuando incursionaba en el rock sinfónico con el grupo Síntesis y sobretodo a las enseñanzas de las bandas británicas que llevaron a la cima a esta corriente musical (Yes, por ejemplo), género que explora bastante en Ecos. Acá en este Deja Vu, también se percibe, pero esta vez amalgamada en su pasión y orfebrería, al arreglista, joyero y transmutador de sonidos, gloriosos, exquisitos, además de apoyarlo en su papel de autor e intérprete de canciones de poesía profunda y música comprometida con el arte y para el arte.
Al lado de la desesperanza (“La muerte viaja a nuestra izquierda”, “Si muero mañana”, “Tú al otro lado del mar”) se contraponen a creaciones como la agraciada “Abril 13”, que a la vez es un tributo a la trayectoria y vida de Mike. Y de la chistera de un mago, o de su baúl, canciones menos conocidas moviéndose en aires diversos, desfilan joyas convertidas en canción, o justo lo contrario. “Sobre el camino” y “Romanza de un vanidoso”, alcanzan rápidamente las altas cúspides en mi percepción. “Ella es agua que fluye”, “Anabel en luna nueva”, “El reto de la libertad”, “Madre cuando yo sea grande”. La invitación de Mike a Sancho y al Quijote en “Vencidos y vencedores” es una jugada de genio y ternura, por ejemplo.
Excelsa la orquestación, acomete con un protagonismo inusual, respaldando de manera inequívoca el rumbo de las canciones, que navegan en mares tormentosos a veces, resistiéndose a perder su equilibrio y paz del espíritu. Este hilo conductor del Mike arreglista al Mike intérprete, convierten a Deja Vu en una obra sin desperdicios, en su álbum más logrado.
Concluyo citando de la reseña que recientemente escribí para Mike de Deja Vu, su parte final "Sin embargo, cada pasaje, cada puente instrumental cobra su propia independencia y nos lleva de la mano a otros confines de la obra de este artista complejo y completo que es Mike Porcel. No queda entonces sino invitarlos a que emprendamos este viaje y nos sumerjamos en los confines del arte noble y honesto que el artista ha plasmado en éste, su Deja Vu, entregado con amor y gratitud, cuando hace suyas hermosas palabras del hombre admirable, soñador, poeta y santo que fuera San Francisco de Asís, para su cierre final".
Escuche Deja Vu de Mike Porcel en Amazon Music y Spotify.
Rafael Zamora García nació en la ciudad de Bucaramanga, Colombia en el año 1956, y se crio en Venezuela desde los dos años de edad. Biólogo egresado de la Universidad de Los Andes. Profesor e Investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes, con estudios de Postgrado en Biología Molecular de la Universidad de Los Andes y PhD en Microbiología de la Universidad de Glasgow. Fue colaborador como periodista musical de la Revista Azul de la Universidad de Los Andes y de la Revista Solar. Integrante de la Cantoría de Mérida (1981), del Grupo Tinjacá (1980). Se presentó en Recitales en la ciudad de Tovar (1979) y en el Cine Arte Skene (1981). En los años ‘80 participó en varios recitales como solista en los Auditorios de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales y la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes. En el 2011 se presentó en la Casa Bosset (mayo), en la Escuela de Artes de la Universidad de Los Andes-Núcleo Tovar (junio), Tovar Galería de Arte (junio) y en la Escuela de Música de la Universidad de Los Andes.