Fragmento de la novela "Solo con el fuego"
―Joder ―exclamó el doctor Francisco Hernández―, dejen al medĭcus tranquilo. Fue el último en llegar. Y el que llega último, llega mejor.
―No sé si mejor, o peor. El hecho es que ya estoy montado en mi jaca burgalesa y de aquí no hay quien me baje. Y lo que voy a deciros os importará a todos y hasta a Xi Jinping.
Prólogo de la novela "Un chino que me ponga un cuarto"
Ya eran pasadas la 1:30 de la tarde en el salón de actos de la Unión Femenina Cubana localizada en Paseo No. 260 esquina a 13 en El Vedado. La pequeña sala estaba repleta de periodistas y corresponsales extranjeros. Ocho mulatas altas y esbeltas —camareras por un día— vestidas con coloridos qipaos repartían diminutas tazas de té caliente sin endulzar. Más apropiado hubiera sido servir mojitos con hierba buena y mucho hielo. La temperatura era de 33 grados centígrados en La Habana.
— “Buenas tardes, señoras y señores de la prensa cubana y extranjera”, saludó una mujer desde el micrófono del podio.
La isla y la tribu
Sobre ti: vengan a dar sobre ti los perros de la jauría, los muchos del hortelano; perreras de escritorio, más que de cetrerías, y menos de enjundio que de cazalibreros: los alientos del austromano. La isla, de nuevo, se recorta como una imagen impuesta sobre el horizonte. La otra muchacha, de nuevo, otea en vano el campo visual de su atalaya y siente haber, en tal ejercicio, imagen cierta de fe.
El Inodoro
Cuando llegué a Miami como todo cubano que lograba fugarse de la harapienta isla de Cuba, vine dispuesto a ganarme la vida como fuera. Ya era libre y al fin persona. Venía sin ningún tipo de prejuicios a vivir y tratar de tener un mejor futuro. Entre otras cosas, limpié baños en FIU, trabajé para bandidos con los que tuve que pelear porque al final no me querían pagar.
Fusilamiento
Me llamo Ismael, Ismael Hernández para servir a Ud. y a Dios. Ahora estoy acá pero antes estuve tres meses de tortura e interrogatorio en las celdas del G-2 y cinco encerrado en la prisión de la fortaleza de La Cabaña. Me acusaban de conspirar para cometer magnicidio junto a otros
No hay mal que dure cien años…
Podría ocurrir en cualquier momento.
La sala de una casa humilde en Guantánamo. Deteriorada, porque no tiene el cuidado necesario como todas las casas de Cuba, durante la época de la dictadura castrista, cuando falta o escasea
Fragmento de “Elena”, del libro inédito “Relatos de amor de la vida real en la Ciudad de México”.
Conocí a Elena cuando fui a renovar mi Credencial de Elector en una oficina allá abajo, en una calle estrecha y algo zigzagueante nombrada Santa Lucía, al doblar a la derecha si se viene de sur
Nautilus
Sabía que era un bar, pero todavía Julián no bebía como para entrar a pedir un trago fuerte, que era lo que allí vendían. Además, con 16 años, ya rumbo a los 17, aunque le faltaba un trecho por recorrer, aún se encontraba en la etapa de ocasionales cervezas para mitigar el calor. Sin embargo, le atraía el sitio, pensaba en su interior.
Ausencia quiere decir olvido
Una balsa flota a la deriva en el mar. Un hombre y una mujer observan el horizonte en direcciones opuestas.
TERESA. Ni un alma, no se ve ni un alma.
RAMÓN. ( Muy asustado.) No mires para acá́, Teresa.
El nido habanero de Reinaldo Arenas
En la esquina habanera que configuran las calles Prado y Dragones, el régimen fijó una placa para perpetuar la memoria de un fascista extranjero, Manuel Fraga Iribarne. Sin embargo, no existe en
Diario de Sudáfrica, XXXIX
Febrero 1, 1991 – Hace meses, en la esquina casi curva de Lamont y Sir Duncan, había un topo, desorientado por la textura del material que pisaban sus pies y que nada tenía que ver con su mundo: asfalto, cemento, en todo caso, algo que, literalmente, le resultaba impenetrable.
La tumbadora
En el muelle el sol calienta las espaldas de los estibadores, las gaviotas vuelan despreocupadas y voraces sobre la bahía en calma, pero Demetrio, el viejo que tira la cachucha con los avisos de la luna para capturar pequeños monstruos de sueños…
Razón de Bárbara
Yace aquí una mujer, yo, que, según dijeron, perdí la razón en vida. Como la vida es y no es sueño; y como la muerte es y no es muerte, he estado aquí como dormida. Si perder la razón es como estar ya muerta, o muerto, yo estaba viva…
Año 1959: inicio de la pústula lancinante
Se llamó Alfredo Testar Díaz y a poco del derrocamiento, jueves 1 de enero de 1959, de la tiranía del general Fulgencio Batista y Zaldívar fue nombrado presidente del, a toda prisa creado, Tribunal Revolucionario de la…
El regalo y otros cuentos
Mi padre ha avisado que traía un juguete que hace tiempo le pedí. Creo que trata de darme una sorpresa. Comienzo a pensar en todos los encargos que le he hecho desde hace algunos años. Después de una rigurosa selección, estoy decidido a afirmar que será una…
Fragmento de "Memoria del silencio"
Todos los días escucho por radio la lista de los balseros recogidos en alta mar. Es absurdo pensar que mi familia vaya a venir así, y, sin embargo, en cada cubano que llega los abrazo a ellos. El periódico donde en los últimos años he…
Eternidad del árbol
Inmóvil, desde el lecho veía recortarse el mundo a través de la ventana. Porque ése, era el mundo, sin dudas —su mundo— este recorte colocado frente a sus ojos con algún propósito. Podía tratarse incluso según estaba dispuesto a admitir, de un fotograma animado ocasionalmente por el movimiento de las…
Plenilunio
Cuarenta y cinco dólares. Tal era el patrimonio de Pierre Charles L’Enfant al morir en 1825, a los setenta años. Y no hablamos de moneda contante y sonante, sino del valor calculado de tres relojes de bolsillo, varias brújulas, algunos libros y unos pocos instrumentos de…
Dos capítulos de “La muerte cubana de Hemingway”
Lo que no sabía Luis Cruz Mandel era que mientras él observaba a Ernest Hemingway entrar en la bahía de La Habana con el yate Pilar, y mientras se defendía del negro del black jack y lo…