Leszek Kolakowski: patólogo del marxismo
ÁLVARO ALBA
La democracia parecía que iba a consolidarse en el mundo occidental cuando en 1989 los países de Europa del Este sacaron del poder a los comunistas a través de elecciones. Así pasó en Polonia y Hungría, con la revolución de terciopelo en Checoslovaquia, la caída del Muro de Berlin en Alemania del Este y al final la sublevación popular en Rumanía que incluyó el ajusticiamiento del dictador comunista Nicolae Ceaușescu.
En agosto de 1991 los neobolcheviques del Kremlin buscaron separar del poder a Mijaíl S. Gorbachov y en contados meses desapareció la Unión Soviética. Unos 70 años de imposición marxista en la URRS y un poco más de 40 en Europa del Este pasaban a los cuadernos de historia como décadas de opresión y miseria.
El sistema sociopolítico, basado en la ideología marxista-leninista, se derrumbaba y mostraba al mundo todas sus enfermedades (políticas, económicas y sociales) con las características de cada nación donde se impuso, lo mismo por las armas que por las botas y bayonetas soviéticas. El sistema permaneció en otras naciones como China, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, Nicaragua, y algunos países africanos que terminaron siendo gobernados por cleptómanos que juraban fidelidad ante los cuadros de Karl Marx y Vladimir I. Lenin.
Aquellos cambios de 1989 no fueron sunamis ni terremotos improvisados. Esos fenómenos anidaban en sus convulsiones una amplia base de conocimientos e ideas, adquiridas durante décadas de imposición, sojuzgamiento, invasiones, golpes de estado partidistas, represión política, deportaciones y exilio.
En Occidente existe una lista amplia de filósofos, historiadores, pensadores, escritores, poetas y políticos que dedicaron su vida y obra a exponer las crueldades del sistema que se instauró en octubre de 1917 sobre las ruinas del Imperio Ruso y se impuso por la fuerza militar del ejército rojo al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Una pléyade de pensadores, nacidos en los países bajo el dominio comunista de Europa, se dedicó por décadas a desenmascarar los postulados filosóficos, políticos y económicos del comunismo. Sufrían en carne propia el sistema y sus errores. Lo exponían lo mismo en la literatura que en el teatro, en los filmes o tratados filosóficos, otros más audaces lo denunciaron tanto a la opinión pública nacional como internacional.
Ayudaron a que se conocieran las crueldades del sistema personalidades como Milovan Djilas, ex aparatchik yugoslavo; Tajar Zavalani, historiador exiliado albanés; Arthur Koestler, escritor húngaro; el poeta polaco Czesław Miłosz, el filósofo checo Jan Patočka y los soviéticos Alexander I. Solzhenitsin, Andrei D. Sajarov, Yelena G. Bonner; Victor P. Nekrasov, Joseph Brodsky; Vladimir K. Bukovski, Vasili P. Aksionov, entre otros.
Una de las más destacadas figuras del pensamiento filosófico anticomunista fue el polaco Leszek Kolawovski, quien falleciera en julio del 2009, a los 81 años de edad, en Oxford, Reino Unido. Filósofo e historiador, que murió lejos de su natal Radom, en el centro de Polonia, donde nació en octubre de 1927.
Desde temprana edad se dedicó al estudio de la filosofía en la Universidad de Lodz, y al finalizar la Segunda Guerra Mundial pasó a impartir clases de filosofía moderna en la Universidad de Varsovia, donde se destacaba como uno de los más renombrados jóvenes profesores y miembro del consejo editorial de la revista Nowa Kultura (Nueva Cultura). Creía entonces en una Polonia socialista, su padre había sido asesinado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El entonces debutante filósofo defendía desde la cátedra la filosofía imperante, el marxismo-leninismo y hasta se unió al Partido Obrero Unificado Polaco (POUP – PZPR Polska Zjednoczona Partia Robotnicza).
Vino entonces a inicios de 1956 el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS, donde Nikita S. Jruschov hizo, en un informe secreto ante los delegados e invitados especiales, la denuncia de los crímenes de Stalin, y planteó las repercusiones y consecuencias del culto a la personalidad. Fue aquel discurso un trueno en medio de la estepa comunista, desde el extremo oriental de la URSS hasta las fronteras occidentales de Alemania Oriental o Hungría. Polonia fue el único país del sistema comunista que publicó en ese momento el informe del líder de los comunistas soviéticos, pero sólo para “uso interno” de los miembros del partido gobernante. Muchos partidos comunistas de Occidente se negaron a reconocer la autenticidad del documento, recuerda Kolakowski en su obra maestra Las principales corrientes del marxismo. [1]
Ese trabajo fundamental de Kolakowski se publicó en polaco en 1976 y después en 1978 en inglés. Esta obra fue y sigue siendo su trabajo más exhaustivo para desmontar toda la mitología sobre los conceptos de bienestar, humanidad, igualdad y justicia que venden los marxistas. El libro fue traducido a decenas de idiomas y tuvo una última edición en el 2005 cuando aún Kolakowski estaba vivo.
A partir de 1956 con el informe presentado por Jruschov comenzó un complicado proceso de autoevaluación y definición intelectual y humana, dentro de los comunistas europeos, en especial los que vivían tras la Cortina de Hierro. Los húngaros se lanzaron a sacar las tropas soviéticas de su país ese año, los obreros polacos de la ciudad de Poznan protestaron por las condiciones de vida y fueron masacrados por la policía política y el ejército.
En 1959 Kolakowski publicó un controversial trabajo titulado “El clérigo y el bufón” con el subtítulo de: la herencia teológica de la filosofía actual. En este trabajo el pensador polaco pone en duda, a través del truhan, todo el sacro postulado del sacerdote, identificando la religión con el marxismo, elaborando una similitud entre la creencia dogmática de la fe y la filosofía de la dictadura del proletariado. Ahí emprende lo que las autoridades comunistas califican de revisionismo ideológico, que a lo largo de los años se convirtió el núcleo de la crítica al marxismo como filosofía.
Ya para el año 1964 era un renombrado crítico del régimen comunista y un fustigador a ultranza del marxismo, por lo que en 1966 lo expulsaron del gobernante partido comunista de Polonia. A inicios de la primavera de 1968, los estudiantes polacos salieron a protestar por la censura contra una obra de teatro, a la que las autoridades señalaban como antisoviética. Exigían desde autonomía universitaria hasta libertad de prensa, y se oponían a la expulsión de profesores y estudiantes hebreos, pues el país vivía una campaña antisemita instigada por la política del Kremlin contra el estado de Israel.
En marzo de ese año comenzaron las protestas en Varsovia y se extendieron a otras ciudades, y fueron reprimidas por la policía. Varios estudiantes fueron expulsados y encarcelados, entre ellos Adam Michnik, quien fuera luego director del influyente diario polaco Gazeta Wyborcza, entonces un estudiante de la facultad de historia de la Universidad de Varsovia, condenado a tres años de cárcel por “actos vandálicos”. Numerosos profesores apoyaron a los estudiantes, entre ellos Kolakowski, por lo que fue también expulsado de la universidad, sin derecho a intervenir en actos públicos, dar conferencias o publicar artículos o libros.
El profesor decide entonces marchar a Occidente, e inicia su exilio en París, de paso a Canadá, donde había sido invitado a dar conferencias y seminarios en la Universidad McGill de Montreal. La peculiaridad de su pensamiento y enunciados lo convierten en una notoriedad proveniente de los países tras la Cortina de Hierro. Continúa su periplo académico en la Universidad de Berkeley en California, en el Instituto de Investigaciones Sociales de Chicago, hasta que ingresa en 1970 como profesor en el prestigioso All Souls College, de la Universidad de Oxford, Inglaterra, donde estuvo el resto de su vida profesional.
Es el único filósofo en el planeta que es considerado un clásico del anti-marxismo. Ni antes, ni después de Kolakowski, nadie ha incursionado con tanta perseverancia, profundidad y éxito en el estudio, clasificación y análisis del marxismo como teoría general.
Kolakowski es por excelencia el patólogo del marxismo-leninismo, pues se dedicó a examinar sus tejidos, órganos y predecir, antes que nadie, la desaparición del sistema. Fue un estudioso no sólo de un campo, nada de dedicarse exclusivamente al materialismo dialéctico, al histórico o la economía política; escogió el marxismo-leninismo en su totalidad, desde la filosofía hasta la economía política.
Para el filósofo polaco el sistema soviético desarrollado bajo Stalin es una continuación del leninismo estalinista y el estado fundado bajo los principios políticos e ideológicos del estalinismo sólo se podía mantener en la forma del estalinismo. [2]
Es el mejor teórico para echar por tierra todas las excusas a la hora de utilizar el marxismo, con todas sus variantes, como modelo socio-político para una sociedad. Esa crítica aguda, filosófica y ética del marxismo la alcanzó porque se educó en el marxismo, lo enseñó por décadas y lo descifró como fantasía trágica, convirtiéndolo en enemigo jurado de los ideólogos de Moscú, Varsovia, Berlín, La Habana, Pekín o Pyongyang.
Los ataques contra Kolakowski venían desde diferentes centros políticos, le criticaban en Moscú y desde las filas de la Nueva Izquierda. El Diccionario Enciclopédico de Filosofía, editado en Moscú en 1983 lo ha mencionado en tres ocasiones, nunca con una ficha biográfica. La primera de las tres menciones que hace del filósofo polaco es para presentarlo como representante de la desideologización, como corriente social-filosófica burguesa [3]; también está en la lista de los representantes del “revisionismo” en calidad de vertiente oportunista y anticientífica, que revisa los postulados del marxismo [4] y por último es presentado entre los que hacen una simbiosis del marxismo y la utopía, como meta social que nunca será alcanzada. [5]
Por sus estudios académicos e intensa vida política en Polonia, el filósofo se volvió contra la teoría marxista con la pasión del investigador que necesita rectificar su propio error y no abandona el laboratorio, sino que sigue en las madrugadas buscando los resultados verdaderos. Fue profeta en su investigación, y el derrumbe del comunismo en su natal Polonia, Europa del Este y en otras naciones del mundo, validó su trabajo en vida, algo poco usual entre los filósofos.
Como estudioso de la filosofía incursionó en el estudio de la historia de la religión, del catolicismo, los tratados de Espinoza, y la filosofía del medioevo, la ética y el existencialismo. En un inicio lo hizo desde el punto de vista marxista, pues había sido entrenado como filósofo comunista, para enseñar el adoctrinamiento en su país natal. Estos trabajos histórico-filosóficos se realizaron en la década de los cincuenta, pero siguió indagando en la filosofía europea cristiana, en la génesis del luteranismo, el calvinismo y las corrientes religiosas de Holanda. Rompió el molde académico para llevar a un amplio público los temas que consideraba de importancia crucial para el desarrollo político de los países, desde la religión hasta la ética, pasando por la metafísica, la historia de la filosofía, la literatura y el marxismo.
Según Kolakowski, el marxismo es una filosofía antropológica, cuya tarea central es cambiar el medio social. Una trágica combinación del mesianismo fanático con taras sociales, que iban desde la lucha de clases hasta la toma del poder político. Ve el comunismo como un error trágico. Ve la influencia del marxismo como parte de su carácter profético, una interpretación irracional del futuro, que se convierte en una creencia religiosa. Para el filósofo polaco el marxismo es la mayor de las fantasías trágicas del siglo XX.
En sus trabajos iniciales vemos una vigorosa crítica al cristianismo. No fue hasta que comenzó su propio calvario interno y externo, expulsado de la universidad y bajo vigilancia policial, que la lectura de los temas religiosos adquirió otro prisma: el dolor del que sufre en carne propia por su fe, en este caso, la negación de la filosofía oficialista.
Comenzó a interesarse por el cristianismo más como ser humano que como pensador. Años más tarde confesaba haberse dado cuenta que la iglesia luchaba contra el comunismo no porque fuera ateo, sino por principios tan importantes como la fe. Con el paso del tiempo sus trabajos religiosos desarrollados en su periodo académico en Inglaterra le convirtieron en un importante investigador de esos temas, plasmados en sus obras Dios no nos debe nada o ¿Por qué existe algo en lugar de nada?
Sin pretender ser considerado un filósofo católico, Kolakowski es reconocido por muchos religiosos como un maestro del pensamiento crítico teológico. Su compatriota Juan Pablo II le invitaba con frecuencia al castillo de Castel Gandolfo, para allí compartir charlas y conferencias sobre marxismo, cristianismo y sobre su natal Polonia. Se definía a sí mismo, como expresó a Pura Sánchez Zamorano, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, como una persona que siente simpatía hacia el cristianismo y la tradición cristiana. [6]
Curiosamente, escribió la mayoría de sus trabajos en polaco, a pesar de ser políglota, que con facilidad pasaba al francés, ruso, alemán e inglés. Nunca tuvo temor a reexaminarse y declaraba en su obra Horror Metafísico, que aquel filósofo moderno que nunca haya pensado que es un poco charlatán debe ser tan superficial que no valdría la pena leer su obra entonces. Esta es una de sus expresiones más citadas por admiradores y críticos, debido a la condición humana del pensador, a su capacidad de reevaluación y análisis perenne, que le llevaron de dictar cátedra sobre marxismo a ser su más férreo antagonista.
La crítica certera, el desmontaje del “humanismo” del marxismo, el análisis claro de todas sus facetas, desde el leninismo, estalinismo, variante china o de Kampuchea, le hicieron blanco del ataque de muchos de los representantes de la Nueva Izquierda que, aunque criticaban la política estalinista, la invasión soviética a Hungría en 1956 y a Checoslovaquia en 1968, seguían viendo la teoría de Marx y Lenin como un instrumento político, sin la lucha de clases. Apelaban al Marx de los escritos tempranos, distanciándolo de Stalin y hasta del propio Lenin.
Las críticas al marxismo del polaco empujaron a Edward Thompson, uno de los más emblemáticos representantes de la Nueva Izquierda en el Reino Unido, a publicar en 1973 una carta abierta de unas 100 páginas en la revista El Registro Socialista [7] reprochando al polaco haber abandonado la revisión del marxismo por la crítica severa. El inglés desea que el “antiguo camarada” como llama al exiliado polaco, se mantenga en la izquierda, que no cruce a la “occidentalización” y de antemano separa al marxismo de lo que sucedía en la URSS, afirmando que “lo que ha sucedido en la Unión Soviética es que el marxismo como racionalidad o idea se ha transmutado en ideología, un conjunto de nociones selectivas, justificadoras y mistificadoras cerradas que revisten las acciones de los grupos dirigentes”. [8]
La respuesta de Kolakowski no se hizo esperar y apareció en la misma revista socialista, con el sugestivo título “Por qué tengo razón en todo (My Correct Views on Everything)”, expone su opinión sobre el tema de la nueva izquierda de Occidente que busca exonerar a Marx de los crímenes de Stalin, Mao o Lenin. El punto de vista de Kolakowski en su respuesta, desde el mismo inicio manifestaba que el marxismo es un cadáver que él está dispuesto a sepultar cantando e invita al inglés al entierro: “No tengo ninguna cuenta personal que saldar con la ideología comunista o con el año 1956; eso fue saldado hace mucho. Pero si usted insiste, (y aquí cita uno de los versos del poeta inglés Robert Browning) comencemos y llevemos encima este cadáver. Cantando juntos” [9], en referencia a la filosofía de Marx, Engels y Lenin.
En la misma respuesta polemiza con el representante de esa Nueva Izquierda y trae como argumento las torturas en Cuba y la hipocresía de Occidente cuando cierra los ojos ante esos hechos irrefutables: Le citaré (de memoria) una charla con un revolucionario latinoamericano que me habló de la tortura en Brasil. Le pregunté: "¿Qué tiene de malo la tortura?" y me dijo: "¿Qué quieres decir? ¿Sugieres que está bien? ¿Estás justificando la tortura?". Y yo le dije: "Al contrario, simplemente le pregunto si cree que la tortura es una monstruosidad moralmente inadmisible". "Por supuesto", respondió. "¿Y también lo es la tortura en Cuba?", le pregunté. "Bueno, respondió, esto es otra cosa. Cuba es un pequeño país bajo la constante amenaza de los imperialistas americanos. Tienen que utilizar todos los medios de autodefensa, aunque sean lamentables". Entonces dije: "Ahora bien, usted no puede tener las dos cosas. Si usted cree, como yo, que la tortura es abominable e inadmisible por razones morales, lo es, por definición, en todas las circunstancias. Sin embargo, si hay circunstancias en las que se puede tolerar, no puede condenar ningún régimen por el hecho mismo de aplicar la tortura, ya que asume que no hay nada esencialmente malo en la tortura en sí misma. O bien condenas la tortura en Cuba exactamente de la misma manera que lo hace en el caso de Brasil, o no puede condenar a la policía brasileña por el hecho mismo de torturar a la gente. De hecho, no se puede condenar la tortura por motivos políticos, porque en la mayoría de los casos es perfectamente eficaz y los torturadores consiguen lo que quieren. Sólo se puede condenar por motivos morales y entonces, necesariamente, en todas partes de la misma manera, en la Cuba de Batista o en la Cuba de Castro, en Vietnam del Norte y en Vietnam del Sur. [10]
No fueron 100 páginas, le bastaron 20 para refutar, y también exponer la historia de Anatoli T. Marchenko, un opositor soviético cuyo libro “Mi testimonio” estaba leyendo el filósofo polaco y le comentó al inglés sobre el relato de tres lituanos que fueron masacrados por los soldados en el Gulag, de acuerdo a Marchenko. Afirmó Kolakowski que “este tipo de libros son leídos con bastante reticencia por las élites ilustradas de la izquierda”.[11] En 1988, el Parlamento Europeo le otorgo póstumamente a Anatoli Marchenko el Premio Andrei Sajarov de Derechos Humanos (el primer año que se hacía entrega del premio, en vida de Sajarov), que compartió con el entonces preso político sudafricano Nelson Mandela.
En su obra maestra Kolakowski expone la definición sobre la “unidad estado-partido”, el unipartidismo en los países socialistas de forma precisa, quitando argumentos a los que juran fidelidad a la doctrina de Marx y Lenin. Cuando el partido se identifica con el estado y el aparato del poder, y cuando logran una perfecta unidad en la forma de tiranía de una persona, la doctrina se convierte en asunto de estado y la tiranía se declara infalible. [12]
Sus enseñanzas en ocasiones pasaban por la ironía y el humor, lo que lo hacía más accesible al público y más aborrecido por los marxistas.
En su obra agradeció al gran escritor ruso Alexander I. Solzhenitsin la denuncia del comunismo, considerándole un testigo de la maldad del sistema comunista, víctima simbólica del estalinismo y gigante de la cultura del siglo XX. Aclama su capacidad literaria y testimonio de lo que llama “amargos minutos, vividos en este siglo”. Da el crédito al ex capitán del ejército soviético de haber expuesto la hipocresía de Occidente, en especial de los comunistas y socialistas que callaron ante los crímenes de Stalin. El registro de los procedimientos ha sido admirablemente analizado por Solzhenitsin y presenta un cuadro de absoluta degradación de los conceptos legales bajo el régimen soviético, manifestó el filósofo. [13]
A Kolakowski el trabajo académico no le postró en el escritorio. Polonia se estremecía y el filósofo la acompañaba. Primero apoyaba ya desde sus inicios en 1976 al Comité de Defensa Obrero (KOR - Komitet Obrony Robotników), creado para apoyar a los familiares de los obreros detenidos durante las protestas de ese año. En Londres, el profesor de filosofía ofrecía entrevistas y recaudaba fondos para sufragar los gastos de la defensa y la manutención de los presos en Polonia. Después vino el sindicato Solidaridad y Adam Michnik, ya convertido en uno de los ideólogos de la oposición polaca, escribía desde la cárcel que los trabajos de Kolakowski fueron esenciales para entender la maquinaria a la que se enfrentaban, y le llamaba uno de los creadores de la nueva Polonia.
Los programas sociales y políticos de Solidaridad tenían en muchos pasajes el sello del profesor universitario exiliado. Retornó a su patria al caer el comunismo en 1989 y sus obras fueron impresas de inmediato, y a diferencia de la mayoría de los filósofos de la contemporaneidad, fue muy popular y aclamado en su país. Un verdadero profeta en su tierra.
Intervenía en programas de radio y televisión, y en Polonia fueron todo un éxito editorial sus Mini-lecturas de temas amplios. En 1991 fue electo miembro de la Academia de Ciencias de Polonia; Doctor Honoris Causa de varias universidades del país. Recibió en 1997 la Orden del Águila Blanca, máxima distinción de la nación. Al conocer su deceso, en el parlamento polaco se guardó un minuto de silencio, reconociéndose los méritos del filósofo por la causa de una Polonia libre y democrática.
En cada biblioteca de cualquier libre pensador debe haber, para ayudar al debate, un libro de Kolakowski, como tiene que estar Solzhenitsin, una biografía de Andrei D. Sajarov, los tratados de Isaiah Berlin, Hannah Arendt, cuentos de Milan Kundera, Arthur Koestler, Alisa Zinóvievna Rosenbaum (más conocida como Ayn Rand) o Milton Friedman.
Su obra clave y fundamental: Las principales corrientes del marxismo: Renacer- Auge – Desastre (Główne nurty marksizmu. Powstanie – rozwój – rozkład) se edita por primera vez en París, en polaco, y fue dividida en tres tomos que aparecieron en 1976, 1977 y 1978, respectivamente. La última edición del clásico trabajo de Kolakowski, impresa en el 2005, aún en vida el autor, recopila los tres libros en volumen monumental, cuenta con mil doscientas ochenta y tres páginas e introducción y epílogo del propio Kolakowski, fechada en Oxford, en el mes de julio del 2004. Sin dudas que no es un libro para recrearse, para hojearlo en la playa o llevárselo en el bolso para las vacaciones. Es un libro de consulta, de constante referencia. Es la enseñanza y el repaso perenne de la tragedia humana con la esperanza de que no se repita.
Para Kolakowski el estalinismo no fue una aberración del socialismo, sino una consecuencia lógica del sistema autoritario, de la dictadura del proletariado, y argumentó que la crueldad totalitaria de la Unión Soviética de Josef Stalin fue el fin lógico del pensamiento marxista. El primer tomo es un texto sobre la historia de la filosofía marxista, y abarca desde la génesis, hasta las tendencias que se fueron desarrollando a partir de ella: todos sus problemas, variantes del pensamiento comunista y las temáticas que fue desarrollando en el campo económico, social y político.
En el segundo tomo, que dedica a las diferentes fases del marxismo, en especial a finales del siglo XIX e inicios del XX, detallados ensayos sobre Karl Kautsky, Rosa Luxemburg, Eduard Bernstein, Jean León Juarés, Georges Sorel y Pablo Lafarge.
El tercer tomo está dedicado a la experiencia soviética, la entrada del marxismo en Rusia, las corrientes no bolcheviques y el leninismo; desde la teoría del estado que desarrolla Vladimir I. Lenin hasta el estalinismo, un repaso sobre Ernest Bloch, Antonio Gramsci, Herbert Marcuse y los representantes de la escuela de Frankfurt.
No es un trabajo sobre los partidos políticos y regímenes basados en la ideología del marxismo. Su tema es la ideología en sí misma, y muy en particular, la popularidad que todavía mantiene esta ideología en los círculos intelectuales sobre todo en las universidades occidentales.
El aporte fundamental de Kolakowski radica en sus conclusiones sobre el marxismo como una filosofía única y original, donde se mezclan grandes ilusiones e ideas románticas, con un determinismo histórico de férreo dogmatismo. Y ahí describe Kolakowski que el magnetismo del marxismo se debe a que explica la historia y la economía sin tener que estudiar mucho, restándole seriedad académica a esas dos ciencias. Esos admiradores modernos del marxismo, según el filósofo, se aferran a ese ofrecimiento de una explicación de los mecanismos de la unidad del mundo, las leyes de la economía y las relaciones de clase; donde el marxismo propone la idea de cómo reconstruir el mundo con una nueva ética de las relaciones humanas; propone cómo una clara evidencia que la reconstrucción del mundo será inevitable. Esta combinación de aspectos socioeconómicos, detallada descripción de las recetas morales, políticas y sus predicciones, demostró ser irresistiblemente tentadora.
Kolakowski supo combinar el mensaje directo, en especial durante sus debates, con la ironía y el humor centroeuropeo. Durante la Convención Nacional Socialdemócrata en 1978, organizada por el Partido Social Demócrata de Estados Unidos (SDUSA) que apoyó a Solidaridad y a los obreros polacos, Kolakowski intervino con la conferencia “El desafío socialdemócrata”. Allí fue preciso al destacar que “…a la pregunta: ¿De qué lado está usted, izquierda o derecha?, hay que responder con otra pregunta: ¿Qué quiere decir usted cuando me pregunta si soy de izquierda? ¿Me pregunta si estoy del mismo lado de los guardianes del Gulag e invasores de Checoslovaquia? ¿Si estoy de parte de los policías que hace dos años torturaron salvajemente a cientos de obreros polacos y algunos años antes masacraron a un número todavía desconocido de trabajadores portuarios en los puertos polacos, en venganza cruel por su protesta contra la pobreza creciente? ¿O pregunta usted si estoy del lado de aquellos terroristas alemanes que en un avión secuestrado señalaron a todos los pasajeros de apellido judío para asesinarlos? ¿O del lado de los “libertadores” camboyanos que lograron convertir el país entero en un campo de concentración después de asesinar a todo aquel sospechoso de alfabetismo? La respuesta sólo puede ser: ¡Demonios, no! No estoy al mismo lado y no tengo ningún deseo de que me digan “de izquierda” si eso significa aplaudir o disculpar la violencia, la opresión, las torturas, la explotación y las invasiones, siempre que los verdugos y explotadores adquieran sus armas de una fuente antinorteamericana, pues ése es el criterio ideológico no expresado.[14]
Kolakovsky señala tres principales razones del magnetismo marxista en mentes ilustradas: universalidad del marxismo, ofreciendo una explicación general a todo; la tentación del poder por parte de esa intelectualidad que el italiano Antonio Gramsci llamó “inteligencia colectiva orgánica”. A pesar de ello con cada nueva generación, los jóvenes son atraídos por el marxismo. Otra característica de lo llamativo del marxismo, es el acceso fácil a su dominio, a su lenguaje, recordando que el propio Jean Paul Sartre reconocía que los marxistas eran perezosos, pues el marxismo les ofrece la clave de inmediato a la totalidad de la historia y la economía, que no requiere de un largo y riguroso estudio. Como muchos antes que él, Kolakovsky considera que el marxismo, con el pretexto de ser una ciencia, ofrece la fe, pero la fe sin Dios, que no conduce a ninguna parte, o, mejor dicho, es el camino del mal absoluto.
En su ensayo El Diablo en la historia, basado en una conferencia que brindara en la Universidad de Harvard, acentúa que “el diablo es parte de nuestra experiencia directa. Nuestra generación lo ha sufrido de tal manera, que se lo toma en serio”. [15]
Nadie como él supo exponer las irregularidades de la filosofía marxista, dejándola en un simple canto utópico, muy propenso para los autoritarios que deseen una ideología capaz de instaurar una dictadura en nombre del proletariado. Expuso con la tenacidad de un académico británico y la pasión (muy polaca) del Jesús crucificado que el comunismo es una religión secular.
En el epílogo que escribió para la edición del 2005 reconoce que se verá un renacer del poderío imperial de Rusia, pero el marxismo no contribuirá a ese renacimiento. Predijo que ese resurgir de Rusia tendría una cierta cantidad de nostalgia soviética y se atrevió a afirmar que “el marxismo mismo se convertiría poco a poco en lo que ya es: un capitulo en un libro de historia de las ideas”. [16]
No basta con decir y repetir que el marxismo es una ideología perversa, que el comunismo es su instrumento, hay que rebatir sus argumentos, exponer sus incongruencias y falta de humanismo leyendo y releyendo a Leszek Kolakowski.
CITAS
[1] Leszek Kolakowski. Main Currents of Marxism. W.W. Norton & Company. London, New York, 2005. Pag 1149
[2] Leszek Kolakowski. Main Currents of Marxism. W.W. Norton & Company. London, New York, 2005. Pag. 790
[3] Diccionario Enciclopédico de Filosofía. Sovietskaya Enciklopedia. Moscú, 1983. Pag
[4] Diccionario Enciclopédico de Filosofía. Sovietskaya Enciklopedia Moscú, 1983.Pag
[5] Diccionario Enciclopédico de Filosofía. Sovietskaya Enciklopedia Moscú, 1983.Pag
[7] https://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/5351/2252
[8] https://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/5351/2252
[9] https://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/5323/2224
[10] https://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/5323/2224
[11] https://socialistregister.com/index.php/srv/article/view/5323/2224
[12] Leszek Kolakowski. Main Currents of Marxism. W.W. Norton & Company. London, New York, 2005. Pag 791
[13] Leszek Kolakowski. Main Currents of Marxism. W.W. Norton & Company. London, New York, 2005. Pag 832
[14] https://www.cepchile.cl/cep/site/docs/20160303/20160303183459/rev25_kolakowski.pdf
[15] http://archphila.org/columna-del-arzobispo-chaput-condolencia-para-el-diablo/
[16] Leszek Kolakowski. Main Currents of Marxism. W.W. Norton & Company. London, New York, 2005. Pag 1214
Álvaro Alba Historiador y periodista, nacido en Cuba en 1963, especializado en temas de Europa del Este y la ex Unión Soviética. Máster en Historia por la Universidad Estatal de Odesa, Ucrania. Premio Emmy 2017 (Emmy Award) en la categoría de Documental Histórico.
Ha publicado en ABC, Diario de Las Américas, El Nuevo Herald, entre otros. Actualmente trabaja en MartiNoticias.com. Autor de Castro y Stalin, almas gemelas (2002); En la pupila del Kremlin (2011) y Rusia: la herencia del estalinismo (2012). Es Asociado Principal de Investigación (Senior Research Associate) del Centro de Estudios Cubanos (Cuban Studies Institute CSI) de Miami y miembro de la Asociación para Estudios Eslavos y del Este de Europa (ASEEES).