Fragmento de "Cartas marcadas"

MANUEL VÁZQUEZ PORTAL

CÁRCEL DE AGUADORES

22 de septiembre, 2003 

Sra. Yolanda Huerga Cedeño.

Pucha:

Hoy Tairelsyta cumple 26 años.

¡Cuánta juventud! ¡Cuánto entusiasmo ha de asistirla!

¡Cuántos anhelos de ver a su hijo –mi nieto- hecho un mocetón virtuoso y fuerte!

¿Les dejaré de herencia una Patria envilecida, pobrísima, estancada?

¿Será posible que Samuel también tenga que padecer las ataduras físicas y morales del totalitarismo?

¿Será baldía esta cárcel que sufro?

No dudo en afirmarte que así no será. Cuba se ha desperezado. Quien no quiere admitirlo es aquel que la cree dormida aún.

Mi nieto Samuel disfrutará de la Cuba que soñamos, tendrá el privilegio de verla crecer junto a él como a la niña hermosa, alegre, mimada por todos, que será la patria nueva.

¡Ah, patria nueva, sin costas enrejadas, sin bocas temerosas, sin vidas constreñidas!

¿Qué es la patria sino la tierra que nos da pie para andar todas las patrias, geográficas y espirituales, añorarla y regresar cuando nos plazca, para reencontrarnos, reafirmarnos en ella?

La patria no es pedestal para asentar en él una doctrina inflexible, intolerante, tiránica, es el cantero donde deben germinar todos los jugos seminales de la espiritualidad humana, y nadie, absolutamente nadie, puede arrogarse el derecho de desarraigar, escardar, podar ningún brote, ya aromático o espinoso, que nazca.

De todas las plantas debe componerse el bosque de la patria; el árbol bueno dará frutos, el árbol roñoso, calor en los hogares de las casas de los hombres.

¿Cómo conocer al árbol benigno o maligno si lo arrancamos en su edad temprana y no lo dejamos crecer para compararlo, para valorarlo, para elegirlo?

En el nuevo siglo la patria amplía sus fronteras, se dilata, alcanza toda la tierra, el planeta entero como patria de una civilización, la especie humana.

No es esta era la de estrecho chauvinismo, ni ridículo nacionalismo. La nación del hombre es el orbe entero.

¿Qué diferencia esencial, como persona, existe entre un francés y un chino, entre un dominicano y un ruso? ¿El idioma, las tradiciones locales, el color de la piel? ¿Es eso esencial?

Aunque las danzas, en su forma, su ritmo, sean diferentes en distintos sitios de la tierra, lo esencial es la necesidad humana de danzar.

Aunque Dios tenga nombres y cultos diferentes en distintas latitudes, lo esencial es la necesidad humana de un Dios a quien temer y adorar.

Aunque el misterio del alma se conciba de disímiles maneras en lugares distintos del planeta, lo esencial es la necesidad del hombre de indagar sobre el origen del alma.

El hombre, independientemente de lenguas, tradiciones, religiones, rasgos físicos, es, en todas partes, el mismo. En él se amalgama ese cúmulo de virtudes y miserias, de anhelos y negligencias, de santidades y malignidades, de heroicidades y cobardías, de cordura y delirio, de fidelidades y traiciones que lo identifica como humano.

¿Qué es, entonces, la españolidad, la haitianidad, el espíritu ruso, la britanidad, lo cubano?

¿No se ha mixturado ya demasiado el mundo como para andar con melindres localistas, tribales?

¿No ha padecido ya demasiado la humanidad por hacer prevalecer esas singularidades estrechas?

¿No es hora ya de entender la multiplicidad como rasgo esencial de la unicidad?

El hombre es único dentro de su pluralidad, y eso es lo que hay que salvar.

Seamos, al fin, terrícolas, y unámonos en el afán de salvar la tierra y sus habitantes.

Es la hora de que Cuba se incorpore a esa tarea grande, gloriosa, necesaria, y no es su sistema fracasado y obsoleto el llamado para regir ese destino.

El totalitarismo fracasó en su cuna y fracasó en sus epígonos. Afincarse hoy en él es una actitud retrógrada, reaccionaria, criminal, nada hay de salvable en él, salvemos al hombre y démosle una patria planetaria. Que sea dueño de todas las lenguas y todas las culturas, de todas las tradiciones y todas las religiones, para que elija aquella que más se avenga con él, y sea dichoso.

El adelantado que fue José Martí no pudo expresarlo más claro, sintéticamente: “Patria es Humanidad”.

Ha llegado la hora de que la humanidad entera tenga por patria al mundo entero.

Atrincherarse hoy en la endeble barricada de una nacionalidad bastante dudosa es cerrarle el paso al desarrollo humano.

¿Queremos acaso una sociedad que, en medio del desarrollo actual, se estudie como la pirámide de Keops, sólo para que permanezca en su trono el faraón?

No.

El régimen cubano pertenece ya al pasado, y como pasado hay que aceptarlo y darle paso a una nueva formulación política que permita legítimas, beneficiosas, perdurables y respetuosas asociaciones con el resto del mundo.

Si Cuba se halla hoy aislada no se debe a ninguna tendencia hegemonista foránea, sino a la intransigencia testaruda de quien dice representarnos cuando, en realidad, sólo representa su afán desmedido de perpetuidad en el poder.

No es Cuba quien no desea ajustarse a las nuevas exigencias de un orden social mundial nuevo, es su gobierno. Y nunca ha de confundirse el gobierno con la nación, con la identidad, con la nacionalidad, con la Patria.

Ningún caudillo es síntesis de esas categorías. Cuba está ansiosa de incorporarse al mundo, de participar del desarrollo, sólo que el gobierno encabezado por Fidel Castro se empeña en que con su desaparición personal y del aparato que él representa, se perderá la patria, la independencia, la soberanía.

¿Qué concepto de soberanía tiene este señor, estos señores?

¿Acaso el criterio medieval del soberano rigiendo el destino de todos sus súbditos y siervos?

¿Nuestra soberanía depende de que él siga fungiendo como soberano absoluto?

¿Es que acaso no hay otros cubanos dignos, y quizás más aptos, para representar nuestro interés de nación independiente?

El poder, ejercido de manera totalitaria, lo ha enceguecido. Si Cuba corre hoy el riesgo de una confrontación sangrienta se debe únicamente al frenético, demencial, vanidoso, egoísta empeño del gobierno actual de perpe- tuarse en el poder, y a la negligencia política del pueblo cubano que, apocado y sumido, ha dejado que tal empeño se enraíce.

Es la hora de extirpar esas raíces que pueden secarnos el corazón. Mi nieto, todos los nietos de los cubanos, merecen que les forjemos una patria acorde con los requerimientos del mundo actual.

Quiero que Samuel sepa elegir, y lo aprenda temprano.

Un hombre que no sabe elegir va por el mundo como un mendigo que implora la limosna de la orientación a una brújula ajena, y corre el riesgo de que lo descarríen, que lo conduzcan por un camino incierto.

Es una tarea impostergable enseñar al cubano, cuanto más temprano mejor, a elegir el destino propio y el de la nación, y para ello hay que cortar, de un tajo sabio y decidido, todas las ataduras que por casi medio siglo nos han impedido la libre circulación de una sangre, por herencia patriótica, rebelde y orgullosa.

Sean estas cartas a ti Pucha mía, mi derrotero intraicionable para el futuro.

Porque así pienso, así actuaré.

Sólo la muerte podrá impedir que luche por estas ideas.

Repetirte que te amo jamás será suficiente porque no hay letanía, por duradera que sea, que alcance para reiterarte todas las veces que desearía decirte,

“Pucha, te amo”

Yo.

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Manuel Vázquez Portal (Morón, Cuba, 1951) es poeta y periodista, Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericana y Cubana por la Universidad de Santa Clara, Cuba. 

Fue profesor de enseñanza media, asesor literario del Ministerio de Cultura y periodista en diferentes medios estatales cubanos. Obtuvo varios premios entre los que se destacan los de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC, 1984), “La Edad de Oro, 1985 y 1993” del Ministerio de Cultura y el “Abril” de la editorial del mismo nombre.

Publicó en Cuba los libros Del pecho como una gota, (Poesía) A mano abierta, (Poesía) Cantos iniciales, (Poesía) Un día de Pablo, (Poesía para niños) y Cascabeles, (Poesía para niños)

En Estados Unidos dio a conocer su poemario Celda número cero y en Argentina, España e Italia publicó su libro Escrito sin Permiso, (Testimonio) así como sus poemarios Velo de Cristal, En el extraño viaje y Nada puedo enmendar de aquellos miércoles, su novela Un amor en los ochenta, su poemario para niños La alfombra de los paseos y su libro de crónicas Memorias de la Plaza.

MANUEL VÁZQUEZ PORTAL

Manuel Vázquez Portal (Morón, Cuba, 1951) es poeta y periodista, Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericana y Cubana por la Universidad de Santa Clara, Cuba. 

Fue profesor de enseñanza media, asesor literario del Ministerio de Cultura y periodista en diferentes medios estatales cubanos. Obtuvo varios premios entre los que se destacan los de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC, 1984), “La Edad de Oro, 1985 y 1993” del Ministerio de Cultura y el “Abril” de la editorial del mismo nombre.

Publicó en Cuba los libros Del pecho como una gota, (Poesía) A mano abierta, (Poesía) Cantos iniciales, (Poesía) Un día de Pablo, (Poesía para niños) y Cascabeles, (Poesía para niños)

En Estados Unidos dio a conocer su poemario Celda número cero y en Argentina, España e Italia publicó su libro Escrito sin Permiso, (Testimonio) así como sus poemarios Velo de Cristal, En el extraño viaje y Nada puedo enmendar de aquellos miércoles, su novela Un amor en los ochenta, su poemario para niños La alfombra de los paseos y su libro de crónicas Memorias de la Plaza.

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