Fuera del paraíso y otros poemas
MARÍA ELENA CRUZ VARELA
Fuera del paraíso
Y era mentira. Indefensa materia de
cobardes.
Ni siquiera verdad pintarrajeada
epitafio de vieja prostituta.
También era mentira mi mentira
de amianto
contra el fuego mortal.
Era mentira el miedo acuchillado
la porcelana rota
la calidad del barro.
Era mentira, piadosa ficción para el
agonizante
que dijéramos mar
y saltaran los peces.
También dijimos arca, intención, monotipia
cualquier otro argumento.
Todo era mentira,
las torpes, las tristes, ineficaces, inútiles
mentiras.
El ángel exterminador
Aquí está lo terrible. Lo hermoso abrumador.
Lo destructivo. El ángel que me roza.
Aro de luz. Presencia del candor que nos fulmina.
el arquero suspenso entre dos rayos. Soy infeliz. Mortal.
Debajo de la máscara adivino
las hondísimas traiciones de mi cuerpo.
Me inicio en lo terrible. Iluminándome.
Las otras que no soy me determinan. Puesto que
todo ángel anuncia el exterminio.
Me aferro a los maderos.
Los dejo lacerar mi pobre espalda. Arrástrense en mis pies.
Es mi vía crucis. Un paso más.
Un paso a la antesala del infierno.
Cómo dejar pasar las caricias mordaces de la lumbre.
Y cómo no adorar al cuerpo por el cuerpo.
Al hombre en sí.
Al junco vibratorio. Variaciones del acto en que me elevo.
Fatalidad de acróbata. Lo bello. Lo terrible.
Lo insoportable eterno exhala sus burbujas.
Qué débil soplo soy. Tan implorante.
Hundiéndome en el cuerpo por el cuerpo.
Tratando de escapar. Y no hay salida.
Se vislumbran los restos de antiguos esplendores.
Quizás no haya más luz. Tal vez no habrá más fuego.
Quizás vuelva al país de las nieves perpetuas.
A mi disfraz de huérfana en invierno.
Un ángel en la jarcia.
Acorde sigiloso de pobra aeda ciego.
Dispuesto a ejecutar mis inmundicias.
Patentizar mis actos. Mis terrores inéditos.
Un ángel es la fragua. Temedle a la belleza.
En ella se concentran la levedad y el peso.
Aquí está lo terrible. Lo hermoso destructor.
Y apenas sé
si puedo sopórtalo.
Conversación a solas con Isadora Duncan
A salvo. Creí que estaba a salvo. Que valía el intento
de engañar a la rueda. Torpe de mí.
Creía que estaba a salvo.
Las muecas asedian detrás de cada vuelta.
Me canso de mirar la punta de mis pies. Disciplinados.
Mientras, un ángel loco se aferra a mi garganta.
Un manto. Otro telón se corre.
Se agazapa y espera.
Yo bailaré ese cuadro. Bailaré ese sillón. Bailaré. Bailaré.
Seré la desnudez que me atropella. No quiero
que me encierren entre cuatro palabras. A salvo.
Creí que estaba a salvo. Después de cada abrazo
inventaba distancia entre el cuerpo y la rueda. Sí.
Todo ya estaba dicho. Desde el primer recuerdo.
Marcado con el fuego. Debo girar. Girar indetenible
al borde de las grietas. Un hombre está almorzando.
Afina su instrumento. Hace rodar la rueda.
La rueda que estrangula. El aire que se aleja. Yo bailo.
Bailo. Más. Mucho más. Febril. Alucinada. Otra vuelta.
Otra vuelta de tuerca. Yo bailaré ese cuadro. Bailaré.
Bailaré ese sillón. Y mi última danza
será contra la rueda.
El circo
Pasen. Señores. Pasen. No se detengan. Sigan.
Adéntrense hasta el fondo. Será una gran función.
Verán a los lagartos rasgándose la piel sin inmutarse.
Verán al fin qué pasa detrás de mis telones.
Pasen. Señores. Pasen. No se detengan. Sigan.
Pobrísimo payaso reiré para ustedes. Lloraré para ustedes.
Haré saltar los goznes y sólo para ustedes
seré la bailarina que galope desnuda
mostrando centellante el arco de su pubis.
La cadera redonda. Lo erecto de sus pechos
es también para ustedes.
Este clown festinado lo sirvo para ustedes.
Oropel. Aderezo.
Ofrendas de primera a los leones.
Pasen. Señores. Pasen. No se detengan. Sigan.
Verán como transmuto en oro sus cristales.
Y travesti del odio daré los puntapiés con alegría.
Juro solemnemente: no será doloroso. Pero pasen.
Por Dios. ¿Qué es un circo sin público?
Sin todos los ustedes que aplauden por piedad.
Por simpatía. Por hipnosis. Por miedo.
Pasen. Que pasen todos. La carpa ya está lista.
Y listo los remiendos. Los parches del apuro.
Pasen. Señores. Pasen.
Atentos los pulgares que apunten hacia abajo.
Atentos los pulgares que apunten hacia arriba.
Verán todos sus sueños hechos añicos.
Es pura ilusión óptica. Verán cómo les robo
su pobre identidad con mi sombrero.
Cómo pagan mis liebres su tonta rebeldía.
Pasen señores. Pasen. No se detengan. Sigan.
Adéntrense hasta el fondo.
Confesiones de Adán
Desde el principio mismo de esta guerra
confieso haber mentido.
Cobarde fui. Merodeador. Absurdo.
No soporté el dictamen de sus piernas
ni el roce de sus labios susurrando en mi oído
no soporte en la luz sus argumentos.
La mujer era el fruto. El árbol sólo emblema.
La serpiente, reflejo de mis imperfecciones
destrozaba en las sombras el pabellón de oro.
Fui yo quien rompió el sello. Quien clausuró las puertas.
Quien devoró la piel del paraíso.
Yo transformé en infierno la sagrada promesa.
Confieso haber mentido
desde el principio mismo de esta guerra.
Y desde mi otredad
tiemblo al violar los signos prohibidos.
María Elena Cruz Varela (Colón, Matanzas, Cuba, 1953). Escritora, periodista y poeta. En 1991 firmó en La Habana la llamada Declaración de los Intelectuales o Carta de los Diez, denunciando la situación política y económica de Cuba. Fundadora del grupo disidente Criterio Alternativo salió al exilio en 1994. Entre sus premios literarios destacan el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal, 1992; premio del Poetry International, Rotterdam 1992; Premio Mariano de Cavia de Prensa Española, 1995. Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, España, 2003. Medalla La Avellaneda, Centro Cultural Cubano de Nueva York, 2012, Premio de Literatura Independiente, Fundación Vista larga, Miami, 2017.
Debido a su lucha en defensa de la libertad y los derechos del hombre, se le han concedido varios galardones, como el Lilliam Hellman y Dashiel Hammet por la Libertad de Expresión; el Premio Derechos Humanos de la Asociación de Prensa Iberoamericana 1992, y ha sido candidata al Premio Nobel de la Paz y al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. También tiene el honor de haber recibido el Premio Libertad de la Internacional Liberal, galardón que anteriormente fue concedido a Violeta Chamorro, Corazón Aquino y Teresa de Calcuta.