No todos los siervos viven en la Isla
JOSÉ RAÚL VIDAL Y FRANCO
¡Cuídate, Cuba, de tu propia Cuba! (Neo Club Ediciones, 2024), de Joaquín Gálvez, es un libro que se va haciendo justicia por sí mismo. Sobre todo, cuando aún asistimos a la triste realidad de que no basta con quitarse el uniforme verdeolivo de afuera si no se le arranca del corazón. De esa verdad trata este libro, donde encontramos datos para la historia nuestra y detalles que muchos selectivamente prefieren olvidar.
En este punto ya no se puede hablar, como comúnmente ocurre, de dos orillas, mediadas por el Estrecho de la Florida, sino de un centro contaminado cada vez más por ex miembros de la UNEAC en suelo norteamericano, que ejercen su militancia al mejor modo de un Departamento de agitación y propaganda socialista. Verbigracia la Feria Internacional del libro de Tampa, organizada secretamente por cubanos residentes en suelo norteamericano confabulados con el régimen castrista.
¡Cuídate, Cuba, de tu propia Cuba! recoge para la posteridad lo que la corrección facilista hoy prohíbe so pretexto de que no mezclar la política con la cultura, o peor aún, la entrañable falacia del Borrón y cuenta nueva, entre susurros y azares furtivos. Para Gálvez, ninguna de esas variantes cabe en su libro; máxime por saber que la cultura fue y es punta de lanza del régimen de La Habana y, además, porque hay un gran sector de los cubanos que no somos desmemoriados.
Tras muchos años de permisibilidad, cuando parecía que el pensamiento de la UNEAC se normalizaba en medio del Exilio, entre tertulias de propósitos especiales, entre reuniones que promueven solapadamente las ideas y autores de la izquierda cubana, sale a la luz este libro de Gálvez con una voz sólida que aturde el oído de toda esa militancia verdeolivesca en nuestro entorno. Se trata de una obra, cuya publicación funciona a modos de un discurso parteaguas que ha de marcar un hasta hoy y un a partir de hoy. En especial cuando hay un compromiso de esa izquierda cubana en medio del Exilio cuya labor es blanquear, edulcorar y suavizar el rostro de la dictadura de La Habana.
Ahí tenemos promotores culturales en función de esa agenda que invitan y se reúnen con esbirros de la UNEAC en Tampa y Miami, que trasmiten sus tertulias a Radio Turquino en Cuba, que publican a autores de la isla cercanos al régimen, que despotrican sin miseria contra intelectuales del Exilio (siempre a base de brete y chisme como si fuera parte de un ritual vernáculo). Para estos, moverse bajo el eufemismo de intelectual del momento es práctica común, y hacer creer que fueron ninguneados por disidencias política, una carta de presentación. Pero en verdad, son los más dañinos; más peligrosos que los mismos oficialistas de turno en Cuba. Traen consigo una agenda velada para establecer contactos, sembrar el caos y destruir el debate.
Hay otro sector que ha sabido moverse como ameba en cuanto fórum le ha sido posible para pedir dinero, ya como influencers o realizadores cinematográficos, so pretexto de la causa de Cuba con estrategias cultivadoras para manipular la sensibilidad de verdaderos héroes del Exilio Histórico Cubano: los cazadores de albaceas, de grants, de subsidios: —vagos allá, vagos acá, vagos de carrera.
Caben aquí los seres sucralosantes que sin añadir calorías extras dicen a cada quien lo que resulta necesario decir, sea el oyente de tendencia nazi o soviet, musulmán o cristiano, marxista o capitalista; los malabaristas que al borde de la cerca equilibran peso según dicte su causa y utilidad personal.
Súmese la otra camada de esbirros intelectuales que hoy desde terceros países buscan tener presencia en publicaciones digitales libres en el Exilio. Y son publicados porque el publicador desconoce cuanta canallada hizo el publicado cuando estuvo en posición de poder en Cuba.
Ni qué hablar de poetas en la isla premiados con dinero del Imperio, al que tanto odian, por personas del Exilio al que también tanto odian: Nuestro Norte está al Sur, diría un premiado. Comerciantes del alma, hacedores de mitos de los que debemos estar atentos (El hombre corcho, como los define Gálvez en su libro).
Súmese el emigrado a Europa que, huyendo de los desmanes del castrismo, una vez en la plataforma continental, echa de menos a cuanta gandofia socio-cultural ha dejado atrás. Siembra entonces un matojo invertido donde la inversión es cuestión de oficio. En esa labor agrícola, emerge la añoranza de la nueva trova por encima de hogar, familia y amigos; por encima de libertad, derecho y moral. Si desde la Cuba del castrato una vez idealizaba todo lo extranjero, desde el extranjero ahora añora la Cuba del castrato.
Para estos seres se trata del doble racero moral como modo efectivísimo de vivir la vida según dicten las circunstancias sea aquí, allá o acullá; solo les importa sobrevivir sin importar el color de la casaca.
Me pregunto por mera curiosidad retorica ¿qué era la UNEAC de la que todavía hablan con tanto orgullo exmiembros en Estados Unidos, sino un sindicato de defenestrados con licencias para decir y escribir dentro de la Revolución todo; fuera de la Revolución nada? Podrán edulcorarse a la luz de la distancia, pero no cambiaran el hecho de haber engrosado las nóminas de apandillados que controlaban las publicaciones, puestecitos y viajecitos al extranjero chivateándose unos o a otros o cediendo a chantajes de la seguridad del Estado para mantener su status quo. Toda una aristocracia de pan y circo que serpentea entre nosotros haciendo galas de la cultura de la muerte y el relativismo moral que aprendieron en la isla.
Hablamos aquí de un neocatrismo disfrazado de intelectual libre sembrado en organizaciones del Exilio, medios de prensa, tertulias literarias, radio y televisión. Gente que nunca podrán deshacerse del adoctrinamiento ideológico a que fueron sometidos, ya por voluntad u obligación, ya por añoranza o maldad, o porque sencillamente no pueden deshacerse de un Fidel que les vibra en las entrañas.
Todo lo antes dicho se perfila desde una práctica común, donde el peor enemigo del cubano es el mismo cubano; ese que no respeta su Historia, que se burla y denigra a su hermano con una simple frase: estás totalmente equivocado o no hables tanta mierda. Sí, triste es decirlo: hay cubanos que salieron de Cuba, pero lo peor de Cuba pervive en ellos.
Ante esta realidad, ignorada selectivamente por un gran sector de los cubanos, es que hoy tenemos este libro.
Cuídate,Cuba, de tu propia Cuba! más que una compilación de artículos es una radiografía de la problemática sociocultural que ha marcado el quehacer intelectual de las últimas siete décadas cubanas.
Una lectura que se nos hace cercana, no solo por lo tratado, sino en el manejo del lenguaje tan común a todo y cada uno de los períodos por los que sobrevuela el libro, ya sea en frases del oficialismo, tales como Mitin relámpago, Brigada de respuesta rápida, por solo citar un par de ellas, hasta la cancionística de la Nueva Trova que musicalizando la cultura de la muerte trompeteaba versos como Te doy una canción o Fusil contra fusil.
A la luz de la distancia estos detalle parecen no tener sentido hoy, pero son la base para que el izquierdista furibundo de allá, ejerza hoy su adoctrinamiento acá. Dice Gálvez:
Lo peor que le puede suceder a una nación, cuyo fracaso se prolonga por los excesos de una dictadura, es que la inmensa mayoría de sus ciudadanos sean portadores de los rasgos psicológicos más nocivos de sus gobernantes y que ni siquiera sepan distinguirlos.
Narrado con el sabor del drama testimonial, cada artículo es concluyente dentro de un contexto mucho más amplio que trasciende el marco del fenómeno castrista hasta definir la proyección sociopolítica y personal del cubano de hoy sea el fórum que sea. Y cito:
A medida que desaparecen los exiliados históricos o fundacionales, Miami se puebla de cubanos nacidos y criados dentro de un sistema dictatorial, portador de una ideología fracasada, y a quienes durante años se les saturó con un discurso vacío. Esa generación, que ahora comienza a ser mayoría en Miami, adoptó la doble moral como principio de sobrevivencia, así como el nihilismo como credo ante el más mínimo viso de argumento político.
Es un libro valiente. Sí, es un libro valiente, incluso, no es un libro para hacer amigos; porque cada página viene despojada de toda hipocresía intelectual perfilada por una crítica intensa y detallada, unas veces, irónicas y lúdicas, otras, expandida más allá del mundo académico, sin dejar de ser certera y precisa.
La combinación de la imagen de portada (sobre la base una foto del amigo y poeta Juan Carlos Mirabal, titulada “La nación”), a la que inmediatamente sigue una dedicatoria a la memoria de Ángel Cuadra y Jorge Valls, poetas y expresos político, llevan al lector de la mano por los recovecos de la Historia que hoy se quiere blanquear sobre la fórmula de borrón y cuenta… ajena.
De conjunto, el libro se divide en tres capítulos con decenas de textos de muy variados temas que, entre metáforas, imágenes y símiles, tocan las fibras del activismo sociopolítico más visceral dentro de la cultura y la literatura cubana de la isla en Miami y otros sitios donde también abundan los despropósitos y desproporciones de la izquierda intelectual.
¡Cuídate, Cuba, de tu propia Cuba! debe entenderse como una declaración de propósito clave: ofrecer una crítica al pensamiento intelectual cubano, especialmente, desde la honestidad. Gálvez piensa, escribe y actúa en consecuencia. Sobre todo, porque establece una premisa irrefutable; y es el hecho de que ni político, ni cultural, ni económico; el gran problema de Cuba es de orden ético.
JRV y F.
2-22-2025
*Tomado de un artículo de Pedro Corzo
Adquiera el libro: https://a.co/d/72tuxOQ
José Raúl Vidal y Franco. Nació en La Habana en 1968. Ensayista y crítico. Profesor investigador de la obra martiana. Autor de José Martí: a la lumbre del zarzal (2014) y Los Versos libres de José Martí: notas de imágenes (2015). La Narrativa cubana del Exilio (2015). Otros trabajos suyos incluyen: El ritmo semántico como principio estructurador de los Versos libres (1995). La naturaleza en Martí: motivo de una reflexión (1995). Amor con amor se paga: un proverbio inmenso (1994), Lo de Puerto Príncipe (1994). Autor adjunto de Ediciones Homagno. Colaborador de Nagari, Revista de Creación Literaria. Vive en el exilio, Miami desde 1998.