Miopes en victoria y otros poemas
JUAN CARLOS MIRABAL
Miopes en victoria
¡Muerte, detén tus fantasmas!
Allen Ginsberg
En el caos de la silla los malvados prevalecen,
las cabezas vacías son las rosas de la oscura estación.
Enlatados en un monólogo fúnebre,
llenos sus bolsillos con afanes de campana,
los nuevos guerreros no encuentran
un nombre donde sentarse:
nada pueden los muertos que veneran al sol
con epitafios de bienvenida
sin saber cuál noche será
la última piedra sobre el altar.
Atril del beodo
Cómplice de campana ecuestre
se amarra al oficio bélico
de flauta itinerante por la sombra,
voz antigua acomodando el nuevo mundo
al eco de las fábulas.
La muerte retoña en pez el silencio del anzuelo,
un pelo de Dios repartido por las pirámides del mundo.
Qué máscara no es soledad,
patria lavada en espejos animales.
Los usureros educan a sus hijos para que no sufran,
pero tuercen el clavel en los manuscritos del ala.
Crónica
Piececitos de niño dos joyitas sufrientes
Gabriela Mistral
Por aquí todavía pasa el tren
y entre rieles crecen las margaritas.
Al niño que ayer amarró el caballo
le mataron a todos sus familiares.
El niño sonríe y saluda al sol
como a un barco sin grietas,
con un insomnio de campanas
cosidas al dolor. La muerte,
amante de todos los silencios,
le mira como la novia
que más espera.
Instrucciones para un espectador ingenuo
estatua copiando en sombra al hombre
Carlos Pintado
La sombra simula,
se agacha, alarga.
La sombra escucha,
espía, se marcha.
Ser que nace y desaparece
en la apoteosis de la luz,
esencia coronada de visiones.
Tambor de peces dormidos, sin horas.
Paisaje fecundo en mitos,
cábala aduanera de la lluvia.
Ser que ruega a la muerte
su ruiseñor analfabeto.
Praná y esputo de ángel
que olvidó su cabeza.
Tesón mensajero
que arropa a la piedra,
cuerpo escrito de soledades.
Chal de sagrado escombro,
ecos de la oreja.
Dispar el entorno de siluetas,
el solfeo de antorchas,
el cortejo silente.
Vocación o sueños
desapegados de la estatua
que inmóvil
se auto controla.
Oculta que esta viva.
Ocean view
Quisiera escribir cosas divertidas para ti
Roberto Bolaño
Mirar.
Mirar veloz, tullida la sombra
al centro de la cigüeña.
Mirar, mirar lejos,
ver cruzar la voz con los pies olvidados,
separar en la canción la puerta de las cenizas,
los eslabones rotos, el vicio adulterado,
los hombres que sueñan
la otra que es la misma sangre.
Fumarse el jardín con el ojo de la serpiente,
beber en picos de cuervos el vino de la gloria.
Hacer con ataúdes un arca de mercaderes,
locuaz el hermetismo de las deidades,
toser los fantasmas de estatuas en la sonrisa
donde el odio son las propias manos, donde el tiempo
es el cuerpo de trepar el cadáver
y el cadáver la cábala de astuto formol en inventario.
Mirar y mirar,
mirar y no ver
hijos de la atrocidad y el espanto
como nacidos para masturbar al demonio.
Mirar desalmados,
célebremente pérfidos,
indiferentes y veloces.
Apoyados del muerto en que vivimos
heder en la capilla de las sectas
libando el himen vampiresco
de las ideologías,
en la mesa de los piropiadores
de la muerte,
para que sin culpa vivan,
majestuosamente,
los reyes.
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Poeta y fotógrafo nacido en Cuba. A los veintidós años publicó sus primeros poemas en su país natal, poco tiempo después emigró en balsa a los Estados Unidos. Poemas suyos han aparecido en revistas culturales impresas, en medios digitales de USA, España y México, así como en varias antologías.
Tiene publicado los libros de poesía “Rehén de las olas”, Editorial Cambridge BrickHouse, presentado en la edición 37 de la Feria del Libro de Miami 2020, y “Conjuro de Diamante”, Editorial Primigenios. Fotógrafo autodidacta ha expuesto en exhibiciones colectivas y personales. También ha colaborado con revistas y periódicos locales. Obras suyas han sido adquiridas por coleccionistas privados, universidades y otros. Reside en Miami con su esposa y sus tres hijos.