Muere una cineasta desconocida

ROBERTO MADRIGAL

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En 1966 se produjo en Praga un filme que reunía la obra de cinco jóvenes directores y que se convertiría, no lo sabían entonces, en el manifiesto artístico de una generación de cineastas, de estilos muy diferentes,  quienes durante un breve periodo de seis años, cambiaron radicalmente la forma en que se hacía cine e iban a tener una gran influencia en el modo de narrar de las generaciones que les siguieron.

Pearls of the Deep está compuesto por cinco cortometrajes, escritos y dirigidos por cinco directores, pero todos basados en cuentos de Bohumil Hrabal, uno de los más importantes escritores checos. Los directores eran: Jiri Menzel (1938), quien después ganó el Oscar al mejor filme extranjero en 1967 con Comercio en la Calle Mayor, y que en 1968 dirigiera la extraordinaria y original cinta Un verano caprichoso; Jaromil Jires (1935), quien en 1969 nos regaló Valeria y la semana de las maravillas; Jan Nemec (1936), quien dirigió El retorno en 1968; Evald Schorm (1931), director de El regreso del hijo pródigo, y Vera Chytilová, quien a fines de ese mismo año dirigió Las margaritas, una de las más discutidas y controversiales películas de todos los tiempos.

Solamente faltó en este grupo Milos Forman (1932), el más conocido y probablemente el más influyente, quien dirigiera Los amores de una rubita, Fuego mi muñeca (ambas nominadas al Oscar) y La oveja negra, y quien tras desertar a los Estados Unidos y haciendo ajustes a su estilo, ganó el Oscar al mejor director por One Flew Over the Cuckoo’s Nest y Amadeus.

Estos seis constituyeron el núcleo central de lo que se dio en llamar la Nueva Ola Checa, un movimiento mucho más radical, tanto desde el punto de vista artístico como desde el punto de vista político, que su contrapartida y antecesora, la Nueva Ola Francesa. El movimiento checo floreció durante el período del “socialismo con rostro humano” que dominó la política checa desde 1963 y que fue aplastado, y el movimiento también, con la invasión soviética de 1968.

Ya para 1970 casi todos estos directores, tras ser marginados, se exilaron definitiva o temporalmente. Pero Vera Chytilová se quedó. Filmó Las margaritas en 1966, un filme que por su desenfado y por su desafío a la autoridad, fue censurado y tuvo grandes dificultades de distribución. Pocos meses antes de la invasión soviética, terminó Fruto del paraíso, la cual también fue censurada y poco distribuida y a partir de ahí no se le permitió filmar en los próximos ocho años. Se las arregló para, durante su ostracismo, realizar comerciales bajo el nombre de su esposo, el fotógrafo Jaroslav Kucera.

En 1976, durante las celebraciones del “Año de la Mujer” en los Estados Unidos, el festival de cine de Nueva York decidió abrir el festival de directoras con Las margaritas. Invitaron a Chytilová para presentar y discutir su filme en la gala de apertura pero el gobierno checo le negó el permiso de salida. Organizaciones artísticas internacionales comenzaron a presionar al gobierno checo y Chytilová escribió una carta al presidente Husak. Aunque no pudo asistir al festival, tras esta presión internacional, Chytilová pudo continuar su carrera como realizadora, si bien bajo estricta censura. En 1976 escribió y dirigió El juego de la manzana, que ganó el Hugo de Plata del Festival Internacional de Chicago al año siguiente.

Continuó su trabajo venciendo obstáculos y limitaciones y sus filmes no salían de las fronteras checas. Tras la caída del Muro de Berlín, continuó haciendo un cine diferente y contra todo lo establecido. Como todo iconoclasta que se respete continuó su experimentación artística y su crítica social, esta vez sin las ataduras anteriores. Sin embargo, sus filmes, dado su poco atractivo de taquilla, no tuvieron distribución en Europa y Estados Unidos. Pasó de ser víctima del totalitarismo a ser prisionera de la más benigna tiranía del mercado.

Por ser siempre una mujer tozuda y de ideas propias, le costó más trabajo que a sus compañeros de generación llegar al cine. Tras abandonar sus estudios de filosofía y arquitectura, comenzó a trabajar en distintos oficios, como modelo, dibujante, auxiliar de revelado y claquetera en los estudios Barrandov, donde trató de matricular estudios de cine y nunca se le permitió. Finalmente logró ingresar en la escuela de cine de la F.A.M.U en Praga y se graduó en 1957, pero le tomó seis años terminar su primer filme, nuevamente debido a presiones gubernamentales. Por ello, fue la menos joven de los cineastas de la Nueva Ola Checa (también conocida como Nova Viná). Por su feroz individualismo, fue la menos distribuida.

En Cuba recuerdo que disfrutamos mucho de Las margaritas, la cual se convirtió casi en un grito de desafío ante la represión, aunque estoy casi seguro de que los pocos que la vimos, no entendimos casi nada de este filme tan intencionadamente disparatado. Mucha otra gente simplemente se hacían eco de las maravillas de la película sin jamás haberla visto. La he podido ver un par de veces más y confieso que aunque me sigue atrayendo, no la entiendo a cabalidad, o quizá entiendo lo que hace falta entender.

Actualmente, se mantiene el misterio de la Chytilová, probablemente la cineasta de la cual más se habla y cuyas películas nadie ha visto. Si uno revisa en internet, puede ver que en Amazon se vende en DVD solamente Las margaritas y una grabación europea de The Inheritance of Fuckoffguysgoodday, un filme de 1992. En Netflix se pueden alquilar Las margaritas y Fruto del Paraíso. Lo otro que se puede tanto alquilar en Netflix como comprar en Amazon, es el DVD de la colección Criterion de Pearls of the Deep.

Vera Chytilová murió en Praga, el 12 de marzo de 2014, a la edad de 85 años. Continúa siendo un misterio para el mundo del cine, al cual quizá ha influenciado más de lo que muchos de sus propios influenciados entienden. Como cuando en una entrevista que le realizara el periódico británico The Guardian, al calificársele de feminista, negó serlo e insistió que era solo una individualista, tras su muerte, y más de cincuenta años de lucha contra el establishment, continúa siendo una contradicción: famosa y desconocida.


Publicado en Diletante sin causa, Editorial Casa Vacía, 2020.

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Roberto Madrigal (La Habana 1950). Escritor, crítico de cine y psicólogo, no necesariamente en ese orden. Ha publicado sus críticas en las revistas y diarios El Nuevo Herald, Café Fuerte, Linden Lane Magazine, Dialog, Cubaencuentro y Revista Iberoamericana. Ha organizado ciclos y festivales de cine a través de la Cincinnati Film Society, las universidades de Kentucky y Otterbein y ha sido jurado de varios festivales de cine. Tiene también publicados la colección de ensayos Voces del silencio y la novela Zona Congelada. Edita el blog Diletante sin causa y fue el editor de la revista literaria Término (1982-1984).

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