Filosofía conciliadora como método

MADELEINE PERMUY LEYVA

María Zambrano Alarcón

Con este artículo se muestra la Filosofía zambraniana como auténtica y conciliadora, poseedora de una vigencia extraordinaria, que trasciende porque emana de una profunda conocedora de la Filosofía y de sus esenciales logros, a través de la cual ella descubre valiosas respuestas para los tiempos enemistados y los vacíos a los que se enfrenta nuestra cultura actual.

María Zambrano, es una de esas luces del pensar que en programas de Historia de Filosofía o Pensamiento Occidental es muy probable que no se mencione, en discusiones filosóficas sigue siendo olvidada, sin embargo, las formas interesantes que adopta su pensar sobre la racionalidad contemporánea son tan agudas y vigentes que compararlas con pilares del pensamiento filosófico clásico no sería descabellado, ya que su obra es un todo, sistémico, integrador y cultural. Ella bebió de un rico pensar tradicional, pero proyectó su alcance filosófico a través de una nueva didáctica, una comunicación sensible y a la vez lógica, sumamente necesaria en estos tiempos de claro-oscuros.

El nuevo intelectual debe apostar por un nuevo renacimiento filosófico y según María esta nueva inteligencia ha de nacer “entre sangre, con sacrificio, con humildad”, con toda la renuncia necesaria a fin de ayudarle a que la Filosofía “se abra paso en el mundo, como en su nacimiento en Grecia”. La razón anquilosada con lo que le queda de positivista y dominadora no satisface, queda inerte ante las complejidades de lo humano y su cultura.

Nuestra autora irradia con un plan de acción que proviene de su denominada razón poética cuando la razón occidental fenecía en últimos letargos con la filosofía orteguiana, con la cual la teoría de la cultura apareció deslumbrante. Sin embargo, la noche oscura rodeaba ya a la razón occidental.

Regresando al símil platónico del sol como símbolo del Bien, reconoce María Zambrano que la antigua luz, fuente y horizonte de todo conocimiento, se ha tornado en un frío cósmico y espera un nuevo comienzo. Desde la perspectiva de la racionalidad técnico- instrumental vemos la posibilidad auroral del conocimiento conciliador totalmente nula.

Es necesario conciliar a esta razón con algo más, porque emerge derribando a su paso y descarnando los más esenciales rasgos constitutivos de la realidad humana, surge un llamado urgente al equilibrio de ejes históricamente opuestos, conciliaciones posibles entre poesía y filosofía, corazón y razón.

Llama la atención cómo Zambrano contrapone “la pobreza de verdad” a esa filosofía apriorística que solo da vueltas en torno a sí misma o a su conciencia narcisista y de poder, que se apoya mucho en palabras y no es receptiva a los silencios. La verdad puede aparecer tan alejada de la orientación científica que Zambrano necesitaba dirigirse a esos recintos poéticos y de una manera inédita llegar a su lector, no podía conformarse con el discurso académico al uso.

En El hombre y lo sagrado explica cómo es en su conjunto la época moderna, la llama la Edad Sombría en la que la lucha entre opuestos sin conciliación ha alcanzado el total hastío y la desesperanza, el profundo desinterés por la Filosofía porque esta no ha respondido a las promesas que una vez motivó ni repara ya en problemas acuciantes como la oposición entre Oriente y Occidente , el individualismo, Filosofía conciliadora como método el caos social y la civilización material, dilemas que ahogan aquella luz de la razón que se irguió en Occidente como luz dominadora .

La filosofía de María Zambrano difiere de la de su maestro Ortega y Gasset, ella la tiene en cuenta, pero no parte de una razón histórica, que se yergue en el cientificismo y lo absoluto, sino una que parte de la pasividad, de la receptividad, del opuesto, y es originaria en la poética. “La cosa comenzó hace ya muchos años. Mi razón poética de hoy es la misma que ya aparece en mi ensayo Hacia un saber sobre el alma... Yo creía, por entonces, estar haciende razón vital y lo que estaba haciendo era razón poética.

Y tardé en encontrar su nombre. Lo encontré precisamente en “Hacia un saber sobre el alma” (1)

A diferencia de la crítica que hace Ortega a la mística dentro de la Filosofía, Zambrano se encuentra con ella, la examina a profundidad y sin proponérselo llega a ella como resultado de muchas de sus disquisiciones.

Ortega defiende que la Filosofía nace de la razón histórica. María Zambrano dice que la Filosofía es hija de la Poesía. El raciovitalismo difiere desde el mismo inicio, dice que la vida consiste en el hacer y ahí descubre la vida sus respuestas, María dice que la vida consiste en la pasividad y receptividad, en ellos encuentra revelados los secretos.

Ortega expresa que el cristianismo posee valores anti-vitales, considera la vida extrínseca a la existencia, María encuentra que ofrece para la verdadera vida de la existencia. La percepción de ambos pensadores es diferente en cuanto al tiempo. Ortega considera fundamentalmente al presente, el cual es vital y completo. María explica ese presente en la acción reveladora de ese pasado y ese futuro, en una alternancia que intenta revelar al hombre lo que es, pero en realidad, en su presente, le es imposible al hombre sentirse consciente de su propia biografía, tiene que recurrir y sentir ese tránsito de pasado a futuro y es imposible sentirse en la captura de este conocimiento. La Zambrano, asume y destaca puntos claves de la filosofía orteguiana, se consideraba su discípula.

“El tiempo, pues, constituye la posibilidad de vivir humanamente; de vivir. Ya que el vivir no es lo mismo que la vida. La vida es dada, mas es un don que exige de quien la recibe el vivirla, y al hombre de una especial manera.” (2)

“Vivir humanamente es una acción y no un simple deslizarse en la vida y por ella. Es lo que, según Ortega y Gasset, distingue al hombre de los demás seres vivos que conocemos. El hombre ha de hacerse su propia vida a diferencia de la planta y del animal que la encuentran ya hecha y que sólo tienen que deslizarse por ella, al modo de cómo el astro recorre su órbita —dormido—, dice. Es indudable. ” (3)

Cuanto de Filosofía puede haber en nuestras vidas. Zambrano carga a la filosofía con la culpa de la crisis en la cual se encuentra el hombre contemporáneo, desprovisto de una guía en su comportamiento y de certezas en las que arraigarse. Todo comenzó por la Filosofía y todo ha sido influido por ella, esta se levantó y menospreció los sentires y ha enterrado los saberes antiguos, La nuestra es una “cultura” que ha sabido aplicar sus conocimientos para la técnica material, pero que no le ha dado “ideas vigentes”, y esto ha provocado un rechazo de las masas a la filosofía, que le han dado la espalda, pero no del todo, porque se necesita del pensamiento, la vida reclama transformación y verdad. Las ideas que no separaban la vida y los sentires a la razón, como las de Spinoza, Pascal, Nietzche, Scheler- en la opinión zambraniana- llevaron la Filosofía a otro escalón y por un camino más esperanzador.

No renunciar a la poesía, a las pasiones, a los sentires con los que estamos constituidos, contrario a lo que proclamaron Platón, Descartes y Kant, es a lo que Zambrano llama, : Razón poética, la cual es naturalmente conciliadora. Se remonta a un inicio en el que la filosofía partía de la vida y no se alejaba de esta para hacer teoría, alejarse tras los absolutos la llevaron a su frialdad, hermetismo y a su desuso. La enredaron cuando sus caminos podían ser más llanos y fáciles, por eso triunfaron los poetas, porque sus razones se asemejaban más a las razones de la vida humana. Razón poética es un original método que utiliza metáforas y los símbolos creativos de la esclarecedora poética para mostrarnos esenciales conceptos de la vida, la arquitectura de lo viviente, los esplendores de las construcciones humanas, sin desdeñar dónde habita lo divino en el hombre.

“La grandeza de una cultura quizás se aparezca en las metáforas que ha inventado, si es que las metáforas se inventan. Ya que todo lo que el hombre hace tiene además del sentido primario otro sentido, por lo menos, más oculto y recóndito que luego salta y se manifiesta. Y así sucede igualmente con lo que mira y discierne, con lo que fija su atención. Nada es solamente lo que es.” (4)

En Zambrano se materializa otro tipo de Filosofía, y que no deja de serlo, en tanto alcanza un lenguaje que cierra una concepción, es sistémica, y el lenguaje que introduce la poética le da más vuelo a esta Filosofía, que parte de las realidades esenciales del interior humano, su naturaleza, sus desasosiegos y extravíos , sus luces, sus fracasos y tragedias, su ciencia.

Las metáforas del corazón y las entrañas parten de lo que diría Pascal: Le coeur a ses raisons que la raison ne connaît point (el corazón tiene sus razones que la razón no conoce en absoluto). El corazón es el enlace, la conexión de la interioridad individual con el transcurrir histórico. Ella argumenta que no se puede sacar al corazón, ya que este da al resto del pensamiento el ritmo, y unas verdades separadas de la vida y de este sentir, un conocimiento separado de la conciencia se petrifica, se descuida, ya que necesita del equilibrio y el ritmo que la vida le infunde. Por eso la simbiosis es necesaria, la unión que se logra a través de la razón poética en la que se unen tragedia y esperanza, sueño y despertar, se crea, al fin, una Filosofía reconciliadora, en la lógica de los significados: la aurora emerge entre lo claros del bosque.

El exilio marcó toda su Filosofía, lo sufrió por casi medio siglo, el paso lento del tiempo desde la guerra civil, el régimen franquista y todos los acontecimientos durante ese tumultuoso siglo que vio no solo devastado a su país, sino a Europa y es este el eclipse de la luz como ella lo llama: “el fracaso de las concepciones e ideas en la cultura occidental” que ofrecían cierta seguridad. Se adentra con cada reflexión en la complejidad de lo real, en cada uno de sus escritos sigue como espiral lo polémico del racionalismo moderno y la necesaria conciliación de todas las áreas fragmentadas para completar el lienzo, los enlaces de los que va descubriendo con su vida son cruciales para comprender bien e interpretar con acierto esta Filosofía.

“Yo he renunciado a mi exilio y estoy feliz, y estoy contenta, pero eso no me hace olvidarlo, sería como negar una parte de nuestra historia y de mi historia. Los cuarenta años de exilio no me los puede devolver nadie, lo cual hace más hermosa la ausencia de rencor. Mi exilio está plenamente aceptado, pero yo, al mismo tiempo, no le pido ni le deseo a ningún joven que lo entienda, porque para entenderlo tendría que padecerlo, y yo no puedo desear a nadie que sea crucificado.” (5)

Sus horas de dolor la condujeron a un rico y prolífico quehacer literario que le mostraron como lo individual es universal y que todas las realidades están entretejidas y son las mismas entre los siglos, y las respuestas se muestran en la conciliación, la vida necesita reconciliación en cada una de sus partes fragmentadas.

“La vida se arrastra desde el comienzo. Se derrama, tiende a irse más allá. A irse desde la raíz oscura, repitiendo sobre la faz de la tierra —suelo para lo que se yergue sobre ella— el desparramarse de las raíces y su laberinto. La vida, cuanto más se da a acrecer, prometida como es al crecimiento, más interpone su cuerpo, el cuerpo que al fin ha logrado, entre su ansia de crecimiento y el espacio que la llama.” (6)

El ejercicio para desvelar los secretos es el escribir. Ella lo concibe como el medio para la reconciliación. Retiene palabras a diferencia del hablar, el que escribe elige, busca y todo por lograr la victoria de la reconciliación, es siempre un mediador. Cuando se escribe se va llegando a respuestas, a soluciones que no se hallarían en la presencia activa, un escritor ofrece a su público lo que puede brindar de estas revelaciones.

“El escritor sale de su soledad a comunicar el secreto. Luego ya no es el secreto mismo conocido por él lo que colma, puesto que necesita comunicarle. ¿Será esta comunicación? Si es ella, el acto de escribir es sólo medio, y lo escrito, el instrumento forjado. Pero caracteriza el instrumento el que se forja en vista de algo, y este algo es lo que le presta su nobleza y esplendor.”

“Toda la victoria humana ha de ser reconciliación, reencuentro de una perdida amistad, reafirmación después de un desastre en que el hombre ha sido la víctima; victoria en que no podría existir humillación del contrario, porque ya no sería victoria, esto es, gloria para el hombre” (7)

Cada vida inicia con un comienzo trágico y en eso se parece a las tragedias griegas, en las que con cada ser, en medio de situaciones difíciles, emerge con una luz propia, un nacimiento que se abre paso allí donde parecía no haber paso alguno; es decir, “es luz que ilumina para salir de imposibles dificultades” encontrando razones donde la mente no es capaz de hacerlo. Ella busca una luz que enamore, la luz que habita en todos, pero no todos las encuentran, luz verdadera o crítica, sin embargo, aúna todo lo positivo y trágico que ha tenido la Filosofía y Literatura griega, y a la vez nos deja contemplar los paralelismos con su propia existencia.

“Sombra de mi vida, sombra mía. Una muchacha yo, nada más que eso. Y ¿lo fui? ¿He sido alguna vez solamente eso, una  muchacha? ¿Por qué veo esa sombra?, ¿es la mía?, ¿hay luz de nuevo aquí? No, no es de ahora, no puedo ser esa muchacha de quien es la sombra; ligera, alta, fragante. No lo fui nunca. Y ahora hay otra sombra. ¿Eres tú, hermano mío, que más dichoso que yo, recibido por la tierra al fin, vienes a buscarme? ¿Me traes el agua, los aromas, me darás tu mano para llevarme del otro lado?” (8)

Lo individual es reflejo de lo global y social, y cada camino refleja el mismo dilema, la misma ruptura, ella inicia una nueva esperanza utilizando una razón que no solamente es una respuesta intelectual sino una que no se yergue con absoluta prepotencia, que de la misma experiencia brindada surge llevando satisfacción a todas las dimensiones de la vida del hombre.

“La grandeza de una cultura quizás se aparezca en las metáforas que ha inventado, si es que las metáforas se inventan. Ya que todo lo que el hombre hace tiene además del sentido primario otro sentido, por lo menos, más oculto y recóndito que luego salta y se manifiesta. Y así sucede igualmente con lo que mira y discierne, con lo que fija su atención. Nada es solamente lo que es.” (9)

La clave está en lo humano, de él y su historia se muestran los avistamientos de la conciliación. La escisión fue remarcada con la modernidad, del corazón se ocupó la poesía romántica, del cerebro la filosofía racional, la tradición dictó que debían estar separadas; sin embargo un conocimiento separado de la vida y de aquellas realidades negadas y descuidadas a las cuales no se les ha permitido expresarse durante demasiado tiempo solo traen y dejan en el interior de la existencia la más completa confusión.

Con esta separación entre corazón y cerebro se produce una división en el ser humano, dos polos no comunicantes, el racional y el afectivo, produciendo una estéril escisión en el interior de la existencia, por un lado, dando origen a un saber que no consigue iluminar el actuar. El conocimiento llamado ‘racional’, el ‘pensamiento puro’ que debería ser independiente de las pulsaciones corpóreas más que nunca se siente incompleto.

“Aunque lenta y trabajosamente se ha ido abriendo paso esta revelación de la persona humana, de que constituye no sólo el valor más alto, sino la finalidad de la historia misma. De que el día venturoso en que todos los hombres hayan llegado a vivir plenamente como personas, en una sociedad que sea su receptáculo, su medio adecuado, el hombre habrá encontrado su casa, su “lugar natural” en el universo” (10)

La filosofía conciliadora como método en María Zambrano rescata al alma, no a la manera tradicional, ella no descuida lo racional por utilizar la imagen alma; de manera reduccionista algunos han querido incluirla entre los místicos, pero nada más erróneo ante este pensar. Ni tan siquiera pensadores materialistas, incluidos Marx y Engels, negaron la constitución de cuerpo y espíritu que tenemos, ellos lo que le dieron otras connotaciones. La constitución del espíritu es desconocida aún para el hombre, la ciencia no ha podido negar la existencia del espíritu como parte constitutiva del ser humano, la existencia del átomo se ignoró por milenios y no por eso era inexistente. María Zambrano, nos sorprende a través de lo que no se puede describir aún con palabras, hace un recorrido en su análisis racional para que casi nada quede ajeno a su crítica, y lo hace de forma consecuente y magistral, refleja la realidad común al hombre y a su cultura.

Construye su Filosofía con la actitud conciliadora que poco conocía la Filosofía en su historia, sin absolutos y exaltaciones por lo descubierto, inundó sus páginas como de algo originario e invita al lector a encontrar lo que ella encontró de manera receptiva pero actuante, desde la pasividad, oponiéndose a la violencia nos demuestra hoy un paradigma de ejercicio intelectual honesto, humanista, sin hiperbólicas formas, demostrando a lo que es capaz de llegar el pensamiento entre lo sombrío de un caótico presente.

Notas

1. Entrevista a María Zambrano

2. El tiempo», en El sueño creador

3. Ibidem

4. Notas de un método

5. Amo mi exilio», en Las palabras del regreso

6. Los bienaventurados

7. Por qué se escribe

8. La tumba de Antígona

9. Notas de un método

10. Persona y Democracia

Referencias

Filosofía y poesía.  (primera edición: Morelia, México, Publicaciones de la Universidad Michoacana, 1939), Madrid, FCE, 2001.

La confesión, género literario.  (primera edición: La confesión, género literario y método. México, Luminar, 1943), Madrid, Siruela, 2001.

El pensamiento vivo de Séneca. (primera edición: Buenos Aires, Losada, 1944), Madrid, Cátedra,1992.

Séneca. Madrid, Siruela, 1994.

La agonía de Europa  (primera edición: Buenos Aires, ed. Sudamericana, 1945), Madrid, Trotta, 2000.

Hacia un saber del alma  (primera edición: Buenos Aires, Losada, 1950), Madrid, Alianza, 2000.

El hombre y lo divino  (primera edición: México, FCE, 1955; edición aumentada en FCE, 1973), México,

FCE, 2001; Madrid, Siruela, 1991 y Madrid, Círculo de Lectores, 1999.

Persona y democracia (primera edición: San Juan de Puerto Rico, Departamento de Instrucción Pública, 1958), Barcelona, Anthropos, 1992.

La España de Galdós (primera edición: Madrid, Taurus, 1960), edición aumentada: Madrid,Endymión, 1989 y Madrid, Círculo de Lectores, 1991.

España, sueño y verdad  (primera edición: Barcelona, Edhasa, 1965), Madrid, Siruela, 1994.

El sueño creador  (primera edición: Xalapa, México, Universidad Veracruzana, 1965), Madrid, Turner,

1986 y Madrid, Universidad de Alcalá/Club Internacional del Libro, 1998 (edición corregida y aumentada).

Notas de un método. Madrid, Mondadori, 1989.

Las palabras del regreso  (artículos periodísticos, 1985-1990). Salamanca, Amarú, 1995.

Los bienaventurados. Madrid, Siruela, 1990.


Madeleine Permuy Leyva. Licenciada en Filosofía y Letras, Universidad de la Habana. Título de Licenciatura homologado por la UASD y acreditado por el MESCyT. Máster en docencia y gestión universitaria. He ejercido la Docencia Universitaria en el Instituto filosófico Pedro Francisco Bonó y en la Universidad Intec donde he impartido el programa de Comunicación Lengua Española. Autora de libros de textos y cuadernos en Ediciones de Español de la Editorial Santillana y creadora de recursos digitales educativos. Autora de reseñas para contraportadas de libros que se han publicado y correctora de estilo de diversos textos. He desarrollado mi ejercicio de escritura y superación en forma constante. Autora del libro: María Zambrano y su Cosmovisión filosófica, integradora y cultural. Editorial Verbum. Madrid,2010.

Previous
Previous

Diamantes para el hombre nuevo, capítulo de “El Soviet Caribeño”

Next
Next

La Escuela Vocacional Lenin y el “hombre nuevo cubano”